Los virus son contagiosos. Una verdad conocida por la mayoría, de ahí que cuando una persona tiene gripe u otro virus se recomienda quedarse en casa para evitar que se propague.

No solo los virus pueden contagiarse, también las conductas; de ahí que los padres no quieren que sus hijos tengan amigos problemáticos, pues pueden presentar comportamientos conflictivos, además los más pequeños imitan a los más grandes.

Los adultos, aun cuando creemos que tenemos personalidades definidas y firmes, ya sean positivas o negativas, también nos influenciamos por las conductas y actitudes de otros. Cuando son negativas tenemos que reafirmar nuestros principios y valores.

Sin embargo, cuando son positivas hay que imitarlas. Las mujeres probamos una nueva comida e inmediatamente queremos saber los ingredientes y la preparación para incluirla en nuestro recetario.

Si vemos que una amiga encontró en el mercado un megaproducto saca manchas o arranca grasa lo incluimos en nuestra próxima compra.

Las buenas acciones también son contagiosas y muy fructíferas, de ahí que pienso que debemos aceptar más abiertamente que somos influenciables y que podemos seguir el ejemplo de otros y otras para triunfar.

Al llegar a Estados Unidos, puse al día mi inglés, a pesar de que lo había estudiado con mucha eficacia, sentía que necesitaba mucho más.

Me encontré con colegas que, a pesar de tener muchos años aquí, habían claudicado ante el idioma y por ende ante sus sueños.

Con mucha alegría hoy tengo que celebrar que al menos a una de esas personas siento que la contagié, hoy está feliz retomando sus sueños. Contagiémosno y contagiemos a otros con buenas acciones.