La simple aceptación del presidente de la República de participar en un debate entre candidatos presidenciales le da una dimensión inédita a ese tipo de eventos.

Se trata de una actividad privada no obligatoria que debe seguir siendo así para no quitarle la facultad a los candidatos de aceptar o no participar.

Dicho lo anterior, somos promotores de los debates políticos porque además de que permite a los candidatos exponer sus ideas y planes, fomenta en la sociedad una cultura política más racional.

Tradicionalmente nuestros políticos han sido proclives a la exposición de ideas, lo cual permite contraponer las de unos y otros.

De lo que se trata ahora es de un debate simultáneo y contrastante, un modelo poco usual en la cultura electoral dominicana.

La Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) ha puesto algunas limitaciones para hacer viable la actividad, a lo cual tienen derecho los organizadores aunque no escapen de críticas y quejas.

De materializarse, como parece ocurrirá con la participación de los candidatos con mayor respaldo electoral según las encuestas, le dará una herramienta adicional a los electores que aún tengan una decisión irrevocable sobre su intención de votos.

Pero lo realmente importante será que el debate de confrontación de ideas consolida la cultura racional del debate político.