Han concluido las festividades navideñas para dar paso a un año de muchos retos que requieren esfuerzo y dedicación para enfrentarlos.

A nivel macroeconómico nos enfrentamos al décimo presupuesto deficitario de manera consecutiva.

También se ha iniciado con un petróleo con proyecciones de precios por encima de lo que se estimó cuando se elaboró el presupuesto en los primeros meses del segundo semestre del año pasado.

Se planificó con un precio promedio del carburante de 50 dólares, pero las estimaciones indican que será por lo menos 55 dólares el barril.

Eso implicaría unos 250 millones de dólares extras que sacarle a la economía para pagarlo a la factura petrolera.
Las proyecciones de crecimiento son de 5.5 % del Producto Interno Bruto, en el borde de lo mínimo necesario para que no se vea afectada la inversión social del Estado.

Ayudará mejorar la calidad del gasto público. Es decir, no reducir el nivel del gasto, pero hacerlo en áreas prioritarias o de retorno social significativo.

Hay que trabajar para exportar más, traer más turistas, reducir las necesidades de importaciones; en definitiva, necesitaremos ser mucho más eficientes.

Hay que hacer lo necesario para que la declaratoria de 2018 como el “Año del fomento de las exportaciones” no sea una simple declaración de intenciones, sino un motor para las acciones.

Enfrentamos un año lleno de retos, pero también de grandes oportunidades.
No tenemos espacio para distraernos en trivialidades.