Vidrios rotos en Ciudad Juan Bosch

Vidrios rotos en Ciudad Juan Bosch

Vidrios rotos en Ciudad Juan Bosch

German Marte

Al dar una mirada en retrospectiva, a la mayoría de la gente, incluidos los alemanes, le resulta inevitable el asombro ante las atrocidades cometidas por el régimen fascista de Adolfo Hitler y su despiadado aparato represivo.

Más sorprendente aún fue la complicidad de millones de civiles que no solo apoyaron a un régimen oprobioso, sino que también participaron de manera casi entusiasta en un genocidio que costó la vida a millones de personas por el solo hecho de ser judíos. Solo por odio.

Para quienes no conocen la historia, me permito recordar un hecho al que los estudiosos han llamado “la noche de los vidrios rotos”.

Ahora que Google ha sido redescubierto en el país, vale la pena echar manos de esta herramienta para encontrar en Wikipedia y otros sitios un breve relato de lo que pasó en Alemania la fatídica noche del 9 al 10 de noviembre de 1938.

“El régimen nazi coordinó una oleada de violencia antisemita en la Alemania nazi, la cual se conoce como Kristallnacht o ‘la noche de los cristales rotos’. El ataque recibió este nombre debido a los vidrios de los aparadores hechos añicos que cubrieron las calles después de la violencia”.

“Se suponía que esta violencia parecería un estallido espontáneo de ira contra los judíos. De hecho, los líderes nazis la coordinaron activamente con el apoyo de Adolf Hitler” y les ordenaron a los miembros de los grupos paramilitares del Partido Nazi (las SS, las SA y las Juventudes Hitlerianas) que atacaran las comunidades judías”.

“En las siguientes horas y días, grupos organizados de nazis causaron estragos en las vidas de los judíos de la Alemania nazi”, incendiaron cientos de sinagogas, destrozaron miles de negocios de judíos, rompiendo los vidrios de los aparadores y causaron daños a sus casas, mientras la policía y los bomberos ignoraban los ataques. Cientos de judíos murieron durante la Kristallnacht.

“A la mañana siguiente, el régimen nazi le ordenó a la policía que arrestara a unos 30,000 judíos alemanes. Estos hombres no habían cometido ningún delito. La policía los arrestó simplemente por ser judíos. Fueron enviados a campos de concentración como el de Dachau y el de Buchenwald”.

“Las autoridades nazis liberaron a muchos de estos hombres, en los casos en que sus familias pudieron demostrar que tenían planes de salir de Alemania. Otros murieron en esos campos”.
“La noche de los cristales rotos fue un momento decisivo para los judíos de Alemania”.

A 84 años de aquella noche sangrienta, estoy seguro de que muy pocas personas en Alemania se sienten hoy orgullosas de aquel genocidio. Dudo que algún abuelo pueda mirar hoy a sus nietos y decirles con orgullo: “yo participé en esa masacre”.

Sabemos que hay un abismo entre aquella tragedia europea que todavía avergüenza a la humanidad, y la comedia escenificada en Ciudad Juan Bosch el pasado domingo por los 15 chiflados que megáfono en manos –y escoltados por la Policía– fueron a provocar a los haitianos que por allí residen, bajo pretexto de que días antes algunos de ellos agredieran a pedradas a unos agentes de Migración.

Sin embargo, por más ridículo que nos parezca, las autoridades dominicanas están obligadas a impedir provocaciones antes de que las llamas del odio se propaguen y suceda una tragedia que afectaría no solo a los haitianos que viven aquí, sino también a cientos de dominicanos que viven de aquel lado de la frontera.
Jugar con fuego y cristales rotos siempre ha sido y será muy peligroso.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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