Serenata… la poesía

Serenata… la poesía

Serenata… la poesía

Hablar de poesía es un tanto complejo. Algunas personas dicen no interesarse, pero poesía hay en la naturaleza, con la armonía de lo que existe y en el simbolismo de los ambientes, porque poesía es la esencia de las cosas bellas y dignas, escuché decir.

En el sentido propiamente literario, pienso que es la manifestación de la belleza, del sentido estético de las cosas, por medio de imágenes traducidas en palabras.

En textos de la literatura universal de cualquier país y época podemos encontrar grandes poetas, desde Safo, la primera mujer poeta en la antigua Grecia, hasta nuestros días. Salomé Ureña es la primera nuestra y no muy valorada como tal.

Todo para mencionar el libro “Serenata”, nombre usado en el pasado y provoca gozosos sentimientos en quienes lo vivieron.

Es de mi entrañable amigo, el novelista Manuel Salvador Gautier; el libro novela de la historia de nuestra Salomé Ureña, con una prosa clara, que seduce. Recorre diferentes etapas de la vida de los Henríquez Ureña y conflictos de la época después de la Independencia.

Salomé Ureña, una mujer singular que rompió los esquemas femeninos de su época. Sin salir nunca del país, tuvo acceso a publicaciones en distintos idiomas, se educó literariamente con la biblioteca de su padre, formó ideales y creencias que le permitieron hacer vida literaria en las postrimerías del siglo XIX. A los 15 años escribió sus primeros poemas, incluidos en la primera antología de poetas dominicanos.

Ella, con 23 años era reconocida por la intelectualidad dominicana de la época. Independientemente de su formación, tenía fe y creía en ella misma. Su poesía contiene hechos históricos, enaltecimientos patrios, esencia de cosas bellas y dignas.

Era abnegada patriota, madre ejemplar, merecedora de ser recordada, tanto por sus valores y virtudes, como por su dominicanidad.

Con apoyo de Hostos reformó la educación dominicana, fundó en 1881 el Instituto de Señoritas, hoy Instituto Salomé Ureña, primer centro femenino de enseñanzas, en 1887 se graduaron las primeras seis maestras normales. La lectura es un arma que puede permitirnos ganar batallas insospechadas y leer poesía nos provoca elevar nuestro pensamiento.



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