Ser o no ser, quedarse en casa o arriesgarse

Ser o no ser, quedarse en casa o arriesgarse

Ser o no ser, quedarse en casa o arriesgarse

En un tiempo en el que a muchas personas, particularmente aquellas educadas en urbanidad, se les hace cuesta arriba salir a las calles de nuestras ciudades grandes y medianas, un nuevo ingrediente amenaza con reforzar su inclinación al aislamiento: la proliferación de armas.

Hasta ahora la preocupación principal de cualquier persona sensata es si podrá desenvolverse sin grandes dificultades en unas calles de tránsito caótico, si la previsión de una aplicación de internet sobre la movilidad del tráfico será consistente durante mucho tiempo o podrá vivir un día más sin verse involucrado en un accidente con uno de tantos motociclistas, operadores del concho o, simplemente, con cualquier otro usuario irresponsable de las vías públicas.

Para muchos de los aprensivos que dudan de la seguridad en los ambientes urbanos, debido a la proliferación del desorden, las carreteras son una opción, pero visto el asunto de las armas, no sabemos si por mucho tiempo.
La Dirección General de Aduanas ha realizado decomisos de armas de alto y bajo calibre, y municiones, en cantidades muy altas.

Y este hecho alimenta el temor de que nos encontremos ante un comercio subterráneo generalizado, o bajo el aliento de operaciones masivas del bajo mundo.
Ningunas de estas dos opciones son agradables. Las dos juntas, o cada una por sí misma, anuncian la degradación del precario ambiente de seguridad prevaleciente en el país.

Antes se hablaba de Haití, o de la frontera, como el origen de las “tablas” (así les decían a aquellas pistolas) por las que suspiraban los integrantes de bandas y narcotraficantes de pequeña escala en pueblos y barrios de las grandes ciudades, pero ya en este tiempo se puede hablar de una realidad más compleja.

Compleja porque de lo que estamos hablando es del contrabando que se origina en un Estado vigoroso y con instituciones en pleno control de lo que ocurre en su territorio, como los Estados Unidos de América, contrario al caso haitiano, y esto es lamentable y doloroso.
El contrabando de armas perjudica la paz en el país.