Mi consistencia contra la reelección

Mi consistencia contra la reelección

Mi consistencia contra la reelección

Franklin Puello

Por más que se quiera discutir y justificar, nunca he estado de acuerdo con la reelección consecutiva. Solo hace daño al orden institucional y lesiona la democracia.

Se podría decir que Estados Unidos constituye el mejor ejemplo del sistema que tenemos de dos períodos y nunca más, como se establece en la actual Constitución.

Pero, a diferencia de lo que ocurre en el país, en Estados Unidos hay un régimen de consecuencias y nadie por más estatura política, social y económica que ostente, puede actuar por encima de las leyes en beneficios particulares.

En el caso nuestro, la reelección de un presidente activo es justificación válida para el desafuero en el cumplimiento de deberes de aquellos funcionarios comprometidos con el continuismo, sin un organismo calificativo para la fiscalización del bien y correcto uso de los fondos del Estado.

El fragor del continuismo es un enemigo para que se cumpla con la transparencia y la honestidad que se pueda pregonar en la campaña electoral.

Otro problema que puede ser digno de discusión lo representa que hay una confusión cuando, en medio del proselitismo, el presidente-candidato habla sobre determinado problema.

La ciudadanía no puede tener la certeza sobre si el presidente asume su responsabilidad de Estado en la solución definitiva o si es una promesa electorera, que correspondería solo a los partidos de oposición. Es decir, hay que definir cuándo habla el presidente o cuando habla el candidato en reelección, lo que da cierta ventaja mediática al que ostente el poder.

Creo que también la reelección solo sirve para castrar los liderazgos emergentes para fomentar el surgimiento de mesías o falsos ídolos con permanencia fugaz.

Pero en los partidos se comete el mismo error: que no se impulsan nuevos líderes, sino que el grupismo y la envidia interna impiden que un partido pueda desempeñar el Estado sin las fricciones partidarias, con graves heridas, como los ejemplos del expresidente Joaquín Balaguer y Fernando Álvarez Bogaert, José Francisco Peña Gómez y Jacobo Majluta, y más recientemente Leonel Fernández y Danilo Medina.

Igual enemistad se espera entre Luis Abinader e Hipólito Mejía por cuota de liderazgo dentro del Partido Revolucionario Moderno.

Aunque se quiera justificar y defender, la reelección no es buena para un país de débil institucionalidad como República Dominicana.