La economía del siglo XXI

La economía del siglo XXI

La economía del siglo XXI

Daris Javier Cuevas, columnista en el periódico El Día.

*Por Daris Javier Cuevas

Cuando los padres fundadores de la economía política no tuvieron ningún reparo en hablar de lo que ellos consideraban importante, ni expresar sus opiniones sobre el propósito de la economía, esta entró en el escenario de la ciencia para transformar la visión tradicional de interpretar los cambios de la sociedad predominante.

Pero resulta que, hacia finales del siglo XIX, la generalidad de los enfoques se sustentó en los criterios de la existencia de la ciencia económica como respuesta a la problemática de la sociedad que obligaba al Estado a impulsar políticas públicas, lo que para el siglo XX fue ampliado bajo lo que conocemos como política económica.

Pero es que, en el tiempo las evidencias empíricas han demostrado que la economía es extremadamente dinámica en su concepción y actuación; por tanto, resulta un axioma que esta se vaya transformando, de manera sistemática, condicionada a los cambios en el entorno. Un ejemplo de lo afirmado es que en la actualidad la política económica doméstica ha perdido su autonomía para subordinarse a las tendencias cíclicas del entorno global.

A partir de la crisis financiera global, 2008-2012, el mundo de la ciencia económica del siglo XXI se ha visto ponderosamente impactada y alarmada por dos preocupaciones que han trascendido, a escala planetaria, con la resonancia del movimiento Occupy Wall Street, algo que estremeció los mercados financieros globales; en particular, el de New York. En una dimensión más amplia y persistente, está la responsabilidad con que se ha asumido la presión por el cambio climático cuya externalidad negativa potencia la destrucción de la economía global de manera acelerada.

Estos dos fenómenos propios del siglo XXI han provocado que el análisis económico haya incorporado los conceptos como crecimiento sostenido, crecimiento equilibrado, crecimiento duradero de largo plazo, crecimiento inteligente, crecimiento inclusive, crecimiento ecológico inclusive y crecimiento responsable.

En la actualidad, los temas a discutir a escala global son puramente económicos, tales como la dinámica de los mercados financieros, la economía sustentada en la tecnología de la información, la introducción del Bitcoin como moneda, la incidencia que seguirá teniendo Fintech en el sistema financiero, el predominio del comercio internacional, el impacto de la salud en la actividad económica y el problema de la desigualdad.

En el presente siglo XXI hay que resaltar que dentro de los elementos fundamentales que caracteriza a la economía es su carácter internacional, es decir, que se trata de una economía global.

En tal virtud, se trata de que algo que ocurre en un determinado país incide y tiene influencia en el resto del mundo, lo que se evidencia en la forma que se moviliza el capital financiero con una impresionante libertad a través de las fronteras y con un volumen tal que puede causar graves problemas a los diferentes países.

En la actualidad, la economía gira alrededor de una globalización que cada vez transforma los signos vitales de la economía planetaria, lo que ha implicado una aceleración de un proceso que se inició hace ya mucho tiempo, debida a una reducción muy significativa de los costes de transacción en el comercio y las finanzas internacionales. Y es esa realidad que explica en una alta proporción el interés que ha cobrado el desarrollo sostenible y su gran relevancia en la literatura económica en las últimas dos décadas.

En la economía del siglo XXI, los países en desarrollo siguen siendo los principales impulsores del crecimiento mundial y representan aproximadamente el 60% del crecimiento del PIB mundial, fruto de los nuevos enfoques de las políticas macroeconómicas.

Pero resulta que el mayor desafío de la economía del siglo XXI consiste en extender el progreso a aquellos países y a aquellas personas que aún viven en condiciones infrahumanas muy lamentables, situación que no se supera con programas dirigidos sino con una sostenibilidad de largo plazo en el crecimiento.

Es por tales razones que muchos, al margen de criterios, estrictamente económicos, resaltan como alternativa viable el anacronismo de la denominada economía solidaria, sustentada en criterios caritativos, que excluye a los seres humanos de la esfera de la producción y reproducción del asistencialismo asociativo.

En el contexto de un difícil entorno económico y financiero, se precisa de un enfoque de políticas más equilibradas, no solo para restablecer una trayectoria de crecimiento saludable, a mediano plazo, sino también para lograr un mayor progreso en cuanto a desarrollo sostenible, lo que se torna más compleja forrada de inequidad y una pandemia que no se tiene claro su final.