La autocensura y la libertad de la yema de los dedos

La autocensura y la libertad de la yema de los dedos

La autocensura y la libertad de la yema de los dedos

Miguel Otáñez

Mucho se ha escrito y teorizado sobre los bots, una herramienta que se ha institucionalizado dentro de todas las estrategias de comunicación de los candidatos, partidos políticos, incluso en la comunicación de la gestión pública. Esto a pesar de que los mismos tienen como parte de sus objetivos relativizar la verdad, monopolizar el clima de opinión en las redes sociales hasta llegar a provocar una especie de autocensura, confusión y duda sobre la convicción propia.

Esta autocensura viene del miedo que provoca ir en contra de la opinión de la supuesta “mayoría”, temor por el cual el individuo se abstiene de participar de la conversación con su comentario si entiende que su opinión pertenecerá a la de la “minoría”, como lo explicaría la politóloga alemana Elisabeth Neumann, en su libro La espiral del silencio.

Sin embargo, es de justicia decir que esto no es que sea un fenómeno propio del clima que pueden crear los bots, sino que también de manera orgánica se presenta con la única diferencia de que cuando surge no es necesariamente porque fue planeado por una persona o alguna organización. Si es importante decir, que también pueden ser fruto de una estimulación de la opinión pública para fines establecidos.

Estos dos fenómenos unidos, podemos decir con mucha convicción que hacen honor a la expresión que Byung— Chul Han trata como “la libertad de la yema de los dedos”: donde sí es cierto que “ser libre no significa actuar, sino hacer clic, dar like o postear”, es igual de cierto —agrego yo— que cuando somos presa de alguna tribu digital, nuestras creencias, ya sea por la fuerza, por temor o por persuasión, quedan condicionadas a la representatividad de la visión de ese colectivo.

Como en algún momento se dijo que la opinión pública era la opinión de un grupo muy pequeño, pero influyente de personas, diremos pues, que cuando este logra maximizar una mentira en el ecosistema digital como si fuese una verdad, estaría inventando una nueva realidad por lo cual no estaría mintiendo, según la lógica que puede predominar en “el régimen de la información”.



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