Esta es la hora decisiva

Esta es la hora decisiva

Esta es la hora decisiva

Roberto Marcallé Abreu

Puede que haya llegado el momento de dar una mirada profunda a los rostros, interpretarlos, descifrar su mensaje.

Reflexionar sobre lo que expresan los gestos, los ojos, el rictus de los labios, los aplausos.

Observar a quienes habitan los barrios, caminan incansables por esas calles y hacen uso de los servicios de autobuses, conchos, el metro.

Esos que aguardan en las esquinas tras una sacrificada jornada de trabajo (si es que aún disfrutan ese privilegio).

¿Qué nos manifiestan esas miradas y sus palabras? ¿Su actitud, agria y hosca, a veces y sonrientes o destempladas y hasta desbordadas de incertidumbre en otras?
Lo sentimientos e ideas se nos figuran encontrados y disimiles. Alegría, pero contenida. Espera, pero expectante.

Sentimientos encontrados y su contrapartida, una fe que aflora cuando se reflexiona en la selección de Miriam German Brito y de Jenny Berenice Reynoso para que las perversidades del pasado y las que puedan producirse “no queden sin castigo”. Son las meditativas palabras del Presidente Abinader en su toma de posesión.

¿Cuál es el telón de fondo de esta escena? La decisión de un pueblo que decidió arrancar de raíz (aunque por las buenas, pese a su ira) un estado intolerable de cosas. ¿Qué pudo haber ocurrido si este ejercicio destructivo y fatal de ocho años interminables no hubiera sido derrotado?

El naufragio absoluto de la esperanza. La apertura de par en par de las puertas de la violencia, la destrucción y la muerte.

Solo que confrontar el desastre abrumador del pasado inmediato no ha concluido: la tarea de desmontarlo sigue siendo mayúscula, compleja. La crisis oscila como una espada sobre las cabezas de todos. Ochenta y cinco mil afectados por la pandemia. El número de muertos crece de forma alarmante.

El país está en una situación compleja y difícil. “Las deudas invaden a los acreedores del Estado” (El Día). Ingenieros que laboraron en los centros de Diagnóstico y Atención Primaria reclaman una deuda de tres mil millones de pesos.

Las acreencias del Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil ascienden a cinco mil millones. En el ámbito de la construcción, las medianas y pequeñas empresas afirman que desde hace siete años no reciben ningún abono.

El sector ferretero mediano y pequeño ha ido deslizándose hacia la quiebra Hay enormes compromisos tanto de las Fuerzas Armadas como de Salud Pública. Deudas inconcebibles parecen no tener límites.

Una proyección de las entidades crediticias internacionales señala que cada dominicano les debe una suma superior a los seis mil dólares. Mientras, las exportaciones caen un 6.72 por ciento. Turismo, industria, comercio, agricultura, empleo, microempresas, muestran cifras preocupantes.

Eulogio Santaella, nos alecciona sobre la forma en que el peledeismo, sus gobernantes y funcionarios por fin desplazados administraban la “cosa pública”: un nefasto esquema de corrupción, robos, saqueos, aprovechamiento, perversidad, arrogancia y dispendio incalificables.

Punta Catalina: El ejecutivo saliente, dice Santaella, “no exigió devolver 6.5 millones de dólares de la “comisión de compromiso” de un préstamo no desembolsado.

Desdeñó la propuesta de no pagar sobrecostos a Odebrecht en adición a mil 945 millones de dólares contratados y sobrevaluados y, por lo contrario, pagó 396 millones por ese concepto. Firmó un antipatriótico descargo para que no se pueda incoar procesos de reclamos a la empresa por los daños provocados.

Sí, es preciso observar los rostros de las personas. Auscultar su corazón. ¿Qué nos susurran esos gestos, qué los latidos de esos corazones? La firme esperanza de que se haga justicia y se devuelva al pueblo lo robado y despojado.

Vivimos con el anhelo de que, a quienes hemos escogido, administren de forma impecable el tesoro público y ejecuten las tareas de desarrollo y progreso pendientes e imprescindibles… Anhelamos justicia, institucionalidad, orden, respeto.



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