La denominación de carteles que a principio de los años ochenta se utilizó para identificar las grandes estructruras de narcotráfico respondió a que se unieron varios grupos que se dedicaban a aspectos distintos dentro de esa actividad y decidieron ponerse bajo la sombrilla de un mismo liderazgo.

Un cartel, por tanto, tiene grupos que se dedicaba a producir drogas, otros transportarlas o distribuirla o lavar el dinero que se produce.

Funciona como una corporación en la que cada grupo se encarga de algo en particular, incluyendo las rutas hacia los destinos de consumo de su mercancía ilegal.

De ahí le viene la denominación de cartel, que es tomado del mundo corporativo.
También los carteles se caracterizan por ser transnacionales, pues suelen producir la droga en un país (fundamental Suramérica), utilizar otros países como puentes (México, el Caribe y Centroamérica) y otros países que son el destino final (los grandes consumidores). En cada territorio van dejando drogas, corrupción, violencia y adictos.

Ese mismo carácter transnacional se requiere en el combate del narcotráfico si se quiere tener algún tipo de éxito.
Por eso la importancia de la colaboración entre los gobiernos de los países comprometidos en la lucha contra el narcotráfico, lo cual se logra también con la confianza y el intercambio eficaz de información.

La agencia antinarcóticos de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) se ha mostrado ahora mucho más colaboradora con sus pares dominicanas y los resultados están a la vista de todos.

Igual ocurre con agencias de otros países con incidencia de la región, incluyendo algunos de Europa con intereses ultramarinos.

Los efectos del narcotráfico dañan no solo a las personas, sino que con su corrupción prostituye todo el entramado social.
Hacen bien los gobiernos en fomentar una cooperación sana, genuira, sincera y honesta para combatir ese mal.