Confundir las formas con el fondo

Confundir las formas con el fondo

Confundir las formas con el fondo

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

Es de todos sabido que los procesos judiciales tienen una liturgia especial que rige la forma en que se discuten los temas presentados ante el juez. Como toda liturgia, esta tiene su dosis de teatralidad, que es aprovechada por los abogados para tratar de fortalecer sus exposiciones.

Hasta ahí todo bien; después de todo, las partes tienen a su disposición herramientas similares.

El problema puede venir cuando, en ejercicio del principio de publicidad, los juicios se transmiten por medios de comunicación masiva.

Los ciudadanos, que no conocen la naturaleza de los procesos ni los conceptos técnicos que se manejan en la discusión, pueden confundir la teatralidad con la sustancia.

Esto es particularmente cierto en los casos que, por cualquier razón, concitan especial atención de la ciudadanía.

En éstos es frecuente que los espectadores entiendan que el proceso es una mera formalidad que debe conducir indefectiblemente a la condena y que confundan la dureza de la exposición con la solidez de los argumentos.

Las décadas de productos culturales basados en dramas de salas de audiencias han tergiversado la percepción general de lo verdaderamente importante.

De ahí que sea habitual ver esos debates como un simple mecanismo dramático para aumentar la tensión antes de la resolución inevitable de la sanción. Sólo que los juicios no funcionan de esa manera, y comprobarlo muchas veces llena de frustración y desconfianza a esa parte de la ciudadanía que no lo entiende a tiempo.

La dificultad es de casi imposible solución y muy complicado tratamiento, porque la publicidad de los procesos es una garantía jurídica que aplicará en sus etapas más importantes, sobre todo cuando se trate de asuntos de interés social. Por ello, la única forma de abordarlo es combatiendo a través de la información esas tendencias naturales a dramatizar los juicios.

Es conveniente que la ciudadanía disponga de herramientas que le permitan entender la verdadera dimensión de las discusiones que presencia.

Para ello, los abogados y los medios de comunicación deben evitar ceder a la tentación de participar de una puesta en escena teatral, y analizar desapasionadamente estos procesos. De esta manera, la publicidad de los juicios puede cumplir una función didáctica beneficiosa para todos.



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