Centros comerciales afectan flujo de tránsito en el Distrito Nacional

Centros comerciales afectan flujo de tránsito en el Distrito Nacional

Centros comerciales afectan flujo de tránsito en el Distrito Nacional

Santo Domingo.-Mientras las autoridades implementan algunas medidas para resolver el caos en el tránsito, el problema continúa empeorando producto del crecimiento del parque vehicular, la imprudencia de los conductores y el establecimiento de grandes centros comerciales, principalmente en el Distrito Nacional.

Cada vez más las horas pico son un verdadero infierno para los conductores del transporte público y privado, así como para los ciudadanos de a pie.

Crecimiento de plazas

Solo en la avenida John F. Kennedy se han abierto tres centros comerciales en los últimos cuatro años, lo que ha incrementado el flujo de vehículos en esa arteria y en vías aledañas.

Sin embargo, en la zona no se observan soluciones viales efectivas.

Recientemente la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) dispuso la colocación de conos, pero la medida en las horas pico es como medicar una “aspirina” para el cáncer en que se ha convertido el problema.

Por su parte, el Ministerio de Obras Públicas ha procedido a colocar muros fijos en las principales avenidas del Distrito Nacional.

Para este año en la avenida Núñez de Cáceres con Rómulo Betancourt se tiene previsto inaugurar otro centro comercial de gran envergadura, lo que podría congestionar aún más la caótica circulación en dichas vías.
Se trata de una moderna edificación que está en su fase de terminación, en la que habrá salas de cine, locales de comida, oficinas y otros establecimientos.

Hasta el momento no se ha anunciado medidas adicionales para viabilizar el tránsito una vez inicie su operación.
Las autoridades se han limitado a acondicionar la Núñez de Cáceres desde el punto de vista estético.

En adición a esto, para el próximo año también se espera que empiece a operar un hotel de más de 400 habitaciones en la congestionada avenida Abraham Lincoln.

Cada día las plazas y establecimiento de este tipo reciben cientos de personas.

“Considero que las autoridades deben planificar medidas contundentes con esta situación que se está presentando en las principales vías”, manifestó Ricardo Martínez, conductor de vehículo privado.

“Esto se está poniendo cada vez más color de hormiga”, continuó quejándose.

Crece parque vehicular

La otra situación que está afectando el tránsito es producto del vertiginoso crecimiento del número de vehículos en las vías públicas.

El año pasado el parque vehicular del país era de 3,612,964 unidades, registrándose 214,302 vehículos de nuevo ingreso respecto a 2014, según datos de la Dirección General de Impuestos Internos.

“La mayor parte de los vehículos se encuentran en el Distrito Nacional, Santo Domingo y Santiago de los Caballeros, con una participación de 26.2 %, 16.1 % y 8.5 %, respectivamente”, explicó la entidad oficial.

Este crecimiento ha sido sostenido en los últimos años, según los datos de Impuestos Internos.

En 2011 había registrados en el país 2,917,573 unidades de vehículos, cantidad que en 2012 pasó a 3,053,000. La tendencia continuó en 2013, cuando el año cerró con 3,215,773.

Para 2014 el parque vehicular del país llegó a 3,398,662 de unidades.

Pese al vertiginoso crecimiento de los diversos tipos de vehículos en el país, decenas de “dealers” se encuentran repletos de nuevos automóviles listos para salir a las calles.

No obstante una alegada reducción, desde 2007 las importaciones de vehículos continúan su ritmo normal.

Vehículos chatarra y las imprudencias

Al circular por las calles del Gran Santo Domingo es más que común observar decenas de carros chatarra que en su mayoría son utilizados para “conchar”.

No se tiene un número exacto de los automóviles, guaguas y minibuses que se desplazan por las vías en estas condiciones, pero lo cierto es que también abultan el parque vehicular en las principales ciudades del país. Se trata de vehículos con hasta 25 años de antigüedad y en mal estado.

Es por esto que este tema constituye un obstáculo para el tránsito, al igual que las imprudencias de los conductores, que por sencillas o graves se han tomado como acciones normales. Esta “cultura” es llevada a cabo tanto por conductores de transporte público como privado.