En estos tiempos especiales de pandemia, la economía está recibiendo, al igual que toda la población, buenas y malas noticias.

No está de más reconocer que una apertura precipitada de las actividades sociales y comerciales ha traído consigo cierto descontrol en las condiciones de salud, con una amplia propagación del virus Covid, por el cual tenemos que acudir a medidas un tanto extremas para ponerlo bajo control, so pena de enfrentarnos con un colapso de nuestro sistema sanitario.

Pero también aparecen buenas noticias, como es el caso de las remesas de dominicanos en el exterior, principalmente desde los Estados Unidos de Norteamérica.

Para sorpresa de muchos, que creían que habían mermado sensiblemente los envíos de divisas, nuestras autoridades monetarias nos confirman que lejos de suscitarse una disminución importante, lo que ha habido es un incremento, pequeño, pero significativo.

Las mismas alcanzaron en el primer semestre de este año US$3,480 millones, lo que ha representado un 0.5% de aumento con relación a igual periodo del año anterior.

Esta noticia, junto a la confianza que ha inspirado la elección del futuro presidente Luis Abinader, la transición pacífica y civilizada del poder y cierta recuperación económica mínima global, han contribuido a la estabilización de la tasa de intercambio del peso con el dólar, trayendo consigo tranquilidad. No obstante aún permanecen nubarrones grises, amén de las condiciones de salubridad.

Entre ellas, las más importantes son el futuro del turismo, que nueva vez se cuestiona si su apertura ha sido precipitada o no, y el hecho de que la propagación actual del Covid pueda perjudicar el país como destino seguro.

Así mismo está la caída importante en los ingresos fiscales provenientes de la Dirección General de Aduanas y la Dirección General de Impuestos Internos, presentando con ello, un sombrío futuro inmediato para el nuevo gobierno.

No obstante, siempre habrá buenas y malas noticias, a sabiendas de que los dominicanos tenemos que confiar que saldremos de esta, con trabajo tesonero, cuido individual y colectivo y confianza en el futuro, de manera que las buenas sobrepasen con creces las malas.