Los frecuentes casos de ciudadanos confrontando policías y militares debe llamar a la sociedad a una reflexión.
Esas acciones son la demostración más fehaciente de que hay un relajamiento de la autoridad y de quienes la representan.
Hemos gastado toneladas de tinta criticando inconductas y excesos de policías y militares. EL DÍA ha sido implacable frente a los abusos cometidos por agentes del orden y de la seguridad.
Pero no por eso vamos a pasar por alto cierta tendencia de relajar las leyes y normas, que incluye desconocer la autoridad amparada por nuestro sistema jurídico y las reglas del juego que nos hemos dado como sociedad.
Los abusos o excesos de las autoridades se enfrentan con la ley en la mano, no cayendo en el mismo terreno de quien comete la falta.
Policías y militares podrían verse tentados a reafirmar su autoridad cometiendo nuevos excesos.
Cometerían un grave error porque solo provocarían más reacciones como las que ahora estamos criticando.
Pero también las agresiones o desafíos a agentes, en el ambiente de democracia y de estado de derecho que vivimos, dañan el orden que hemos acordado para poder vivir en sociedad.