A través de hijo especial, Glenys de la Cruz enarbola el “Ser Madre”

A través de hijo especial, Glenys de la Cruz enarbola el “Ser Madre”

A través de hijo especial, Glenys de la Cruz enarbola el “Ser Madre”

Glenys da testimonio del apoyo recibido por 18 años en la Asociación Dominicana de Rehabilitación, donde Luifi logró tener flexibilidad. FUENTE EXTERNA

Santo Domingo.-“Para mí él es un trofeo, Dios me premió, porque si me dio un ser humano puro y sin mancha, me regaló la oportunidad de cuidar a un ángel de él”. Así habla Glenys de la Cruz, una mujer que enarbola la condición de “Ser Madre”.

Tras contraer matrimonio en 1994, un año después trajo al mundo a su único hijo Luis Fernando (Luifi), al que le dieron una expectativa de vida de ocho años y gracias a su entrega y aceptación lleva 26 disfrutando de este junto a sus familiares, y lo definen como la alegría de todos.

A partir del nacimiento de su retoño, a la profesional egresada de Administración de Empresas de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra la vida le cambió, ya que su cría sufrió una hipoxia cerebral (deficiencia de oxígeno, que le generó convulsiones y daños severos).

Como toda joven, disfrutó de su embarazo y vivió la ilusión de la llegada del primogénito. Al nacer el bebé extrañamente no observó los indicadores que muestran la generalidad de los recién nacidos normales.

Cayó en coma
Luego de dar a luz e irse a la casa, un día después tuvo que regresar a la clínica. El bebé cayó 28 días en estado de coma y desde entonces Glenys comenzó la gran batalla de lidiar con médicos, terapias y el gran reto de “aceptar” el ser la madre de un niño especial.

“Estando ahí, todas las sugerencias que me hicieron, era que lo desconectara de la máquina, pero decía que mientras su corazón latiera lo dejaría, que lo desconecte Dios. Me decían déjalo ir… y míralo ahí 26 años dándonos felicidad”, narra la joven mamá, que no deja de reconocer que el camino ha sido difícil.

Afirma que lo primero que hace una persona en esa situación es negarse, y bajo esa condición busca los medios para convencerse de la verdad y lograr revertir esa circunstancia.
Pasados tres meses, alguien le dijo: “Lo primero que tienes que hacer es enfrentar tu situación”, recuerda Glenys, quien asumió el reto de buscar sanación para ese niño que tuvo muchas secuelas neurológicas y no tendría la oportunidad de hablar ni caminar.

Valora la vida
Un médico le pronosticó que su hijo no tendría movilidad. No obstante, con el tiempo se dio cuenta que con el empeño de madre sería diferente.

“Ellos hacen muchas cosas, no las determinadas como normales. Una vez una persona me dijo: ¿Tu hijo habla?… Le respondí: No, puede hacer sus necesidades, caminar, entonces me preguntó ¿Qué puede hacer tu hijo?… le respondí: Ser feliz… y por supuesto hacer feliz a todo el que le rodea”, comenta satisfecha Glenys, convencida de que Dios ha regalado una persona que celebra la vida porque su hijo le llena de alegría, así como a sus abuelos, su pareja, sobrinos y amigos.

Afirma que igual les ha tocado a otras madres con hijos adictos a las drogas, autista- Síndrome de Down, hiperactivos o con otras condiciones que implican grandes esfuerzos para sobrellevarlos. Ella se reinventó y emprendió.

A sus 26 años Luifi usa pañales, ingiere alimentos licuados a través de sondas, pero nada de eso lo ve como un sacrificio por la retribución afectiva que recibe de su hijo, y no le resulta especial por su condición física y emocional, sino por el afecto que recibe en la cotidianidad.

Ella asumió al hijo Luifi como un “estilo de vida”
Particularidad La joven madre cuenta que esos niños son dulces y poco comunes en la sociedad, ella lo asumió sin tapujos, y como un estilo de vida.

Desde pequeño lo lleva a playas, iglesias, tiendas y otros lugares donde hace vida social. Adaptó todo en la habitación, baño y hasta su vehículo para abrazar la condición que le tocó vivir, agarrada de Dios, y sin la necesidad de dar pena, comenta la mamá sosegada, la mayor de tres hermanos con los que Luifi mantiene una relación muy particular al igual que con sus abuelos.

“Con sentencia y diagnóstico de que le llegó la hora de irse, él ha estado descargándole los dispositivos a las enfermeras, oyendo música”, dice feliz.