Si señor, progresamos

Si señor, progresamos

Si señor, progresamos

El año que termina nos deja una sensación de frustración, cubierta por un manto de oscuridad, que dista mucho del progreso que pregonan los principales voceros del gobierno. Si de progreso se trata, habría que concluir en que “progresamos” en el deterioro de servicios vitales para población, entre los cuales destacan el agua potable, la salud y la energía eléctrica, que devino casi en una tragedia para la población, el comercio y la industria; a educación se le redujo 2 mil 109 millones del precario presupuesto asignado, con lo cual se paralizaron importantes programas de la Secretaría de Estado de Educación. Mientras, según la Confederación Nacional de la Unidad Sindical, 80 mil personas perdieron sus puestos de trabajo.  

 

No hay duda que “progresamos” en la degeneración y degradación de las instituciones estatales. El negocio del tráfico de drogas y el lavado de dinero proveniente de fuentes ilícitas ganaron más terreno en la sociedad del que era posible imaginar, y han penetrado hasta los tuétanos muchas instituciones públicas, especialmente las encargadas de la seguridad del Estado. Tan lejos han llegado los tentáculos de los actores de este negocio, que en este momento se puede decir, que no están claros los límites. No sabemos dónde se detienen.

 

Es notable el “progreso” en la profundización de la corrupción en distintas esferas del Estado. En el año 2009 los escándalos de corrupción en el gobierno alcanzaron niveles, que por lo menos yo, que tengo casi cinco décadas de vida, no había visto nunca antes. Se mostraban unos tras otros, cuando creíamos estar frente al más grande aparecía otro que por su dimensión lo dejaba chiquitito; mientras las instancias oficiales con atribuciones constitucionales para actuar en consecuencia no se dieron por enteradas

 

En término del ordenamiento jurídico de la nación, cuya renovación ha sido planteada desde hace décadas, como una necesidad, con la nueva constitución que promulgará el Presidente Fernández, el próximo 27 de febrero, también “progresamos,” pues se trata de un texto constitucional cuya esencia conservadora nos regresa a la Edad Media, consolida el presidencialismo con clientelismo y todo, además de limitar derechos esenciales.

 

Las primarias de los dos principales partidos, y la avanzada que observamos en el oficialismo, de cara a las elecciones de mayo, mostraron un evidente “progreso” en el sistema político.

 

En la defensa del interés nacional, el mejor ejemplo de progreso lo constituye la entrega, a precio de vaca muerta, de una nada despreciable, cantidad de tierra a Acero Estrella y  la autorización para la instalación de una cementera en los Haitises, felizmente derrotada por un amplio y vigoroso movimiento social que integró a campesinos, jóvenes y una gama de sectores sociales, en el país y en el extranjero.

 

 Y para cerrar el año con broche de oro, el mismo gobierno que dice no tener recursos para educación, salud, vivienda etc., con el aval del congreso para el “progreso”, entrega a la Barrick Gold una mina donde hay abundante oro, plata, cobre y zinc, mediante un contrato que nos recrea los tiempos de Colón y sus tres Carabelas.

 

El año que comienza nos presenta serios desafíos. El de contribuir a crecer la conciencia ciudadana, el desafío de generar una articulación social fuerte, capaz de obligar al gobierno a implemtar políticas serias para frenar y combatir el negocio del trafico de  drogas y el lavado de dinero y la corrupción, redistribuir de manera más equitativa las riquezas, de modo  que haga mas prometedor el porvenir inmediato.  



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