Quizás, no lo sé, algunos talabarteros protestaron al inicio del siglo XX por la llegada de los automoviles y estoy seguro que algunos nunca aceptaron montarse en un carro y siempre usaron caballo.

Pero los jóvenes de ese tiempo abrazaron con entusiasmo la nueva tecnología, siempre que tuvieran acceso a ella.

Pasa hoy con los libros. Las librerias que venden libros impresos van cerrando porque las nuevas generaciones compran libros digitales.

Los que somos bibliómanos todavía no salimos de nuestro asombro, pero es indudable que el futuro es del texto digital, nos guste o no nos guste.

Con el ataque impositivo a las compras por internet late en el fondo el mismo sentimiento, tanto de algunos funcionarios gubernamentales, como de muchos comerciantes.

Las clases medias y la juventud encontró un maravilloso nicho para adquirir tecnología, libros, música, ropa, calzado y mil cosas más a precios competitivos. Y eso es algo que las mentes “old fashion” no toleran.

El gobierno y los comerciantes tienen perdida su causa a corto y mediano plazo. El comercio por internet crece y es una tendencia mundial, si no vean el caso Amazon.

Si las bodegas fueron desplazadas por los supermercados, las tiendas van camino de ser desplazadas por las redes de venta usando el internet. Abarata costos, extiende el mercado y llega a consumidores a miles de kilómetros de distancia.

¿Por qué no asumen esa modalidad algunos empresarios dominicanos? ¿Por qué el gobierno no estimula esa actividad?