El país se ha caracterizado, de un tiempo a esta parte, por un impresionante brote de universidades privadas. Son instituciones que tienen presencia en las más importantes provincias de República Dominicana; y todas ofrecen carreras que apuestan a un futuro promisorio.

Ese auge de ninguna manera entorpece la incidencia que tiene la universidad del Estado, ya que ofrece la más variada y amplia oferta de carreras profesionales. Eso, al menos, se mantiene hasta ahora.

La gran amenaza para aprender en dicha academia se debe a las constantes interrupciones de docencia.

En estos momentos hasta el mismo rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo no garantiza el inicio del próximo semestre en esa academia. ¿La razón? Hay una convocatoria a huelga de los profesores para el 26 de este mes. Los docentes insisten mediante este método en un reclamo de ajuste salarial.

Independientemente de las aspiraciones de los maestros, los más perjudicados serán los estudiantes. ¿Volveremos a la barbarie del pasado en esa alta casa de estudios? Todo parece indicar que allí no hay espacio para decidir otro método para plantear planes de reivindicaciones si no se recurre a perjudicar a los sectores más vulnerables.

Eso es lo lamentable. La función fundamental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo es enseñar. Resulta inadmisible que los maestros todavía no hayan aprendido eso.