En 1894 no había problemas de apagones ni subsidios para cubrir los déficits eléctricos, puesto que fue en ese año que se comisionó la primera planta eléctrica pública para el servicio de los munícipes de Santo Domingo. Esta planta fue inaugurada en   1895, y ya para  1897 había una estrechez económica que no permitía cubrir adecuadamente los costos de operación y mantenimiento de la planta, ni tampoco comprar suficiente combustible como para su normal desenvolvimiento.

208 años después parece que poca cosa ha  cambiado, excepto la escala y dimensión de los problemas.

Las cifras más recientes  señalan que a noviembre del año pasado  las pérdidas del sistema eléctrico alcanzaban los 1,298 millones de dólares. Esto podría indicar que aún construyéndose las plantas que fuesen, mejorándose las redes que se puedan, e incrementando los cobros al mismo ritmo que los costos, el déficit financiero eléctrico para el actual gobierno a lo largo de su mandato  será de unos US$ 6 mil millones.

La inversión estimada para plantas nuevas capaces de producir unos 1,200 megas de electricidad con carbón o gas, se estima en más de US$ 2,400 millones. Juan Bosch escribió: “La mina de Pueblo Viejo se la había dado Dios al pueblo dominicano para resolver sus problemas ancestrales”. Por ello, los casi US$ 2,300 millones que ahora le ingresarán al Estrado, deben dedicarse a la solución de la crisis eléctrica, problema ancestral del país.  Nuestra propuesta es que esos recursos extraordinarios, no presupuestados, se destinen a nuevas plantas y a la renovación de redes.

No permitamos que la confluencia de intereses y los conflictos  mantengan al país sin solución eléctrica. Si no, se impondrá el viejo refrán, “El Seybo es más viejo que Nueva York”; el mundo progresando y en dominicana todo sigue igual.