No existe terreno más resbaladizo para mantener una trayectoria uniforme que la política. En esa selva de intereses, para sobrevivir, hay que ser una fiera.
El secreto es no convertirse en un depredador inmisericorde ni tampoco caer en una pasividad extrema que implique transformarse en bocado de alguien o de la selva misma. Claro, a menos que se apele a la especie camaleónica, para lo cual se requiere de una serie de (o una ausencia de) valores para asumir esa reptil actitud.
El kit está en encontrar el equilibrio.
Todo aquel que se empeña en crear un liderazgo político debe medir cuidadosamente los pasos que da, pues luego de creada una fama será muy difícil deshacerse de ella.
Recuerden, muchas actitudes se aprecian, pero los líderes sólo atesoran la lealtad; y los seguidores, la congruencia.
Lo que no resultó hoy, posiblemente resulte mañana; esto es una carrera de 400 metros con vallas, no de 100 metros planos. El que no lo entienda así, la perderá. Por supuesto, siempre y cuando mantener la frente en alto sea parte del plan de ganar.
Y que conste, cada quien es tan libre de conducirse como quiera, así como de vivir con las consecuencias de sus decisiones.
Se aproxima un cambio de gobierno. Mientras, se mantiene el conflicto en el PRD y, el PRSC sigue dando vueltas en círculos.
Los caramelos envenenados estarán sobre la mesa en los próximos meses. Ya veremos cuántos incautos por un lado y oportunistas de siempre por otro, degustarán los mismos.
Mejor aún, será un buen momento para evaluar y definir en quién o quiénes se puede depositar la confianza. Buen termómetro para medir los actores políticos, observando sus pasos esa cosa que escasea cada vez más:
El nivel de coherencia.
