Distracciones de mal gusto

Distracciones de mal gusto

Distracciones de mal gusto

Frederich E Berges

El filosofo francés Jean Jacques Rousseau en su libro “Emilio”, define las distracciones de mal gusto como todo aquello cuanto perjudica y constriñe a la naturaleza.

Si en la época en que el autor escribió ese fascinante tratado se hubiera percatado del desatino cometido por un alcalde próximo al monumento que exalta el símbolo patrio, hubiese encontrado aun más razones para deliberar en contra del atentado vulgar a la civilidad que constituye la recién puesta copia del monumento nacional francés, la torre Eiffel, en el espacio contiguo a la Plaza de la Bandera.

Existen muchas replicas y copias de la inmensa estructura metálica levantada por el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel en los Champ de Mars de París para conmemorar la Exposición Universal del 1889, tanto en ciudades turísticas como Las Vegas, Nevada, como en Saigón, excapital de Vietnam y antigua colonia francesa.

El recién erigido en Santo Domingo aparentemente fue construido como adorno de una discoteca capitalina.

El mal gusto está precisamente donde, como y para qué se colocó en su ubicación actual y la distracción en la cháchara frívola e inútil que se ha producido alrededor de este evento, alejando la atención pública de temas más apremiantes como las devastaciones debidas al clima acontecidas en la región Norte y el Cibao, la falta del Pacto Eléctrico, Fiscal y Social, compras cuestionadas de parte de instituciones públicas, y muchos otros acontecimientos nacionales que si merecen nuestra atención.

La única salida aparenta ser que una vez pasen en las navidades, el gobierno central, con o sin la cooperación de Francia, le habiliten a esta municipalidad un área verdad apropiada, para tener que costear el traslado y la reinstalación de la réplica, actualmente ubicada como ofensa a la dominicanidad, el urbanismo y el buen gusto.



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