En estos días que la impunidad y la corrupción son temas corrientes, quizás sea bueno recordar que lo mal hecho o su falta de sanción no se trata sólo de asuntos dinerarios.

Hay asuntos de conciencia o de moralidad y hasta de ética que revelan tanto sobre el carácter de cualquiera, más aun los políticos, como las diabluras realizadas ocultamente en los negocios públicos o privados.

Por ejemplo, comenté en televisión que un amigo me envió un estudio de países desarrollados donde se evidencia que en aquellas comunidades donde más caótico son el tránsito y transporte de pasajeros y carga, hay más corrupción gubernamental y empresarial que donde ese problema ha sido resuelto.

El orden social basado en normas, reglamentos y leyes es un invento humano para facilitar la vida en sociedad; cada resquebrajamiento afecta el edificio de la legalidad.

El fundamento del orden es la masa de ciudadanos que elige a cuáles políticos nos gobiernan. ¿Cómo exigirles lo mucho a unos cuando otros no cumplen lo poco? ¡Debemos enderezar esto!