Minutos antes de ser fusilado, el presidente Pepillo Salcedo cortó una vara y pidió al joven Lilís llevarla a los jefes del gobierno restaurador con este mensaje: “Dígales que con esta misma serán medidos ellos”.

Difamar o injuriar, o sea asesinar una reputación, es una moderna manera de fusilar sin juicio en el paredón de la opinión pública.

Por eso estimo sensato que la justicia acabe de conocer el fondo de la demanda por difamación de la doctora Margarita Cedeño contra el político Marcos Martínez, quien hace más de dos años levantó infamantes calumnias contra la actual vicepresidenta, quien era entonces primera dama.

Martínez está demandado por falsificación de documentos y difamación tras afirmar sin pruebas que la vicepresidenta Cedeño poseía millones de euros depositados en Dinamarca.

¿No sería hermoso que los mismos reperperosos que acusan al PLD de controlar políticamente a la Justicia se sumen al reclamo de que los tribunales impriman diligencia en este caso?