¡La chikun! Aún no acabo de salir del todo de ella pero al menos los dedos duelen menos y puedo teclear. Ya saben, pues, por qué hubo repeticiones la semana pasada.

Les cuento: el miércoles como a las 4:00 de la mañana quise ir al baño y descubrí con horror que no podía sostenerme parado por un horroroso dolor en la planta de los pies.

En segundos comprobé que en realidad me dolía todo, hasta los pensamientos. Así atravesé la puerta de este infierno que llamamos chikingunya.

Tras tres días de espanto, con fiebres, escalofríos, dolores y “rasquiña” en casi toda la piel, mejoré. Ya sin fiebre, el desesperante dolor cedió pero no desapareció del todo.

Manos, pies y hombros siguen adoloridos. Si con mi robustez, comodidades domésticas y acceso a doctores y medicamentos, para mi esto ha sido un calvario, no quiero ni imaginar cómo la están pasando los menos afortunados…