Deportivamente

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Sería una vergüenza
Las Grandes Ligas han mantenido en poder de los fanáticos la decisión de seleccionar a los actores del Juego de Estrellas como una forma de importantizar y garantizar su respaldo a la fiesta de mitad de campaña.

Justamente, se sobreentiende que los escogidos deben ser jugadores que han librado grandes jornadas en los primeros tres meses de acción, aunque con mucha frecuencia vimos a Ken Griffey Jr, por mencionar uno, encabezar el pelotón de jardineros sin tener un gran desempeño.

Ahí entraba en juego el aspecto popularidad, pero sobre todo su condición de ¡superestrella! Los jefes del béisbol tradicionalmente se han hecho los chivos locos con esa situación para evitar que en un determinado momento el evento esté repleto de desconocidos y pierda el interés comercial.

Algo diferente sería ver a Manny Ramírez patrullando un jardín, con 50 juegos menos, por ende sin números y con una falta vigente al momento de la selección que le supone hacer trampa para procurar ventaja sobre los demás. Suerte que las posibilidades se están alejando, o, quizás, las están alejando los propios dueños del negocio.

Llevar a Manny al Juego de Estrellas sería una vergüenza para el béisbol.



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