Debates y democracia

Debates y democracia

Debates y democracia

David Alvarez

N ada más pernicioso que manosear los conceptos desde el sentido común. A la democracia se le exige casi lo mismo que a Dios: justicia, libertad, equidad, prosperidad, honestidad, progreso, entre otras muchas. Pero la democracia es un asunto muy reciente.

Tiene menos de tres siglos.

Lo de Atenas era otra cosa con el mismo nombre, ni se diga de las ciudades italianas renacentistas.

Técnicamente la democracia es una forma de zanjar las diferencias mediante la apelación a la mayoría y así evitar el uso de la fuerza. Aparte de ser un modelo de gobierno que tiene muchas versiones, casi como cada país que se considera democrático, se le denomina con ese nombre a la cultura del diálogo social para resolver diversos asuntos. Es común que a la persona dialogante en posiciones de liderazgo se le llame democrático.

Aunque Amartya Sen ha demostrado históricamente que en un régimen democrático es casi imposible una hambruna y Karl Popper sostiene que una sociedad abierta nunca estanca los procesos de cambios y por tanto no genera grandes conflagraciones por su nivel de adaptación gradual, lo cierto es que ninguno aclaró plenamente lo que es un gobierno democrático.

Si los americanos inventaron los debates presidenciales, también son los creadores del control de las elecciones para evitar que se cuele la voluntad popular, y no seamos ingenuos, una cosa va de la mano de la otra, a los artistas hay que construirles público. Un buen orador no es garantía de ser un buen político: Trump es un buen ejemplo.



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