El tembloroso gobierno provisional haitiano dizque busca acercase a Santo Domingo para mejorar las relaciones comerciales dañadas por la avaricia y estolidez de sus propios políticos.

Haití jamás estará satisfecha con los dominicanos, no importa cuánto hagamos por ellos, pues esa inconformidad forma su idiosincrasia.

No sólo con nosotros, pues muchos haitianos creen –muy equivocadamente- que el mundo está en deuda con ellos, que tras su revolución soñaron con implantar una autarquía racista cuyo principal logro fue destruir en pocas décadas toda la enorme riqueza que tuvo esa colonia francesa.

La aversión haitiana por los blancos y los extranjeros duró tanto y fue tan intensa, que fue la ocupación de los Marines americanos a principios del siglo XX, más de cien años después de su independencia, que borró de su Constitución una prohibición de que blancos pudieran ser propietarios o ejercer derechos político.

Los haitianos han cavado el hondo foso de miseria y desgracia desde cuyo fondo claman por ayuda. Pero nunca agradecen, por lo que muchos dominicanos dudamos la merezcan…