Para vivirla de nuevo

Para vivirla de nuevo

Para vivirla de nuevo

En innumerables ocasiones he oído la frase “si tuviera una vida para vivirla de nuevo”. Lo he escuchado de  adultos y ancianos, hombres y mujeres, que tienen en común un sentimiento de incorfomidad con lo ya vivido, pues al pasar balance se han dado cuenta que no fue la vida que planificaron en la juventud, esa que idealizamos llena de éxitos y logros.

  Muchos de los que lamentan no haber disfrutado su tiempo en la tierra afirman que no les dieron importancia a esas pequeñas cosas que hoy las ven como las más significativas y, siempre, la familia y los amigos están en el primer lugar de la lista que no valoramos en este trajinar que llamamos vida.

Dar abrazos, besos, decir te amo a quienes  queremos, llorar, reír, disfrutar el trabajo, compartir con los amigos, brindar por las alegrías, aprender de las tristezas, oír las ocurrencias de los hijos y no decir “más tarde” porque el cansancio nos martilla el cuerpo son esas pequeñas cosas que pueden ser grandes cuando nos damos cuenta que nuestro fin en el mundo terrenal está por llegar, ya sea por una enfermedad inesperada o una vejez a tiempo.

 Todos concuerdan que de volver a vivir habríamos dicho  más «te quiero» y más «lo siento». Pero sobre todo, así lo describió la escritora Erma Bombeck al enterarse  que tenía cáncer, “le hubiera dado otra oportunidad a la vida,  aprovecharía cada minuto para mirar las cosas y realmente verlas y vivirlas”.

Ahora yo les pregunto, tenemos que esperar estar en la recta final de nuestra vida para darnos cuenta que realmente no la hemos vivido como deberíamos o queríamos. Piense un momento y empiece a disfrutar lo que tiene antes de correr el riesgo de perderlo. Aprendamos a atesorar las relaciones con aquellos que de verdad nos quieren, dando más sonrisas y abrazos.



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