No descuiden a su viejo…

No descuiden a su viejo…

No descuiden a su viejo…

“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” Éxodo 20:12

El domingo que inaugura esta semana, como todos los años, se celebró el día de los padres. Aunque es un día especial, para muchas personas pasa por desapercibido, a diferencia del día de las madres en el que el país se llena de algarabía, regalos y sorpresas.

Tal vez porque la diferencia es notoria, cuando se acercaba la fecha, como todos los años escuché a muchos hombres decir: “Ahí viene el día de nosotros  los burros”. Y algunos son tan crueles consigo mismo que afirman que “llegó el día de los perros”, al tiempo de argumentar que muchos hijos ni siquiera los felicitan.

En verdad esas frases contra sí mismos lo que reflejan es cierto dolor, porque todos los padres quisieran ser reconocidos como son reconocidas las madres en su día. Cuando dicen esas cosas están llamando la atención. Se burlan de su situación  pero, como dice el pueblo, “con la suya por dentro”, queriendo decir que por ahí viene un día en el que quisieran ser sorprendidos, mimados y reconocidos. Desgraciadamente muchos(as) nos hacemos de la vista gorda.

Tuve la dicha de criarme con  mi abuelo, al que considero es mi padre.  Sería poco decir que es el mejor padre del mundo. Además de amar, cuidar y consentir a todos sus hijos y nietos, sin ninguna distinción, ha sido un hombre muy trabajador, de lo que son testigos sus manos encallecidas. Su laboriosidad ha fundado  en nuestras vidas un ejemplo a seguir.

Mi viejo ya tiene su cabeza totalmente blanca y a pesar de su avanzada edad no deja nunca de llegar a la casa con una mano de plátanos al hombro, para que sus hijos que  llegan de la capital  puedan encontrar una buena cena, sazonada por el amor de la mano de su vieja, mi amada abuela y madre.

Mi padre tiene unos ojos brillantes, cuya luz  se va apagando con el pasar de los años, lo que me hace sentir como si los colores de la vida se me estuvieran desvaneciendo. Por eso quiero decirle todos los días que lo amo mucho y darle muchos besos, aunque sé que lo empalago y, muchas veces, él se siente incómodo, porque no siempre la gente está preparada para sentirse tan querido.

A mi papá-abuelo le encanta la crianza de gallinas, patos y pavos y se entretiene jugando gallos. Muchas horas de su jornada diaria las pasa “luchando” con sus animales, enfrentando las sequías y protegiéndolos de la acechanza de otros animales y de la delincuencia.  A veces quisiera yo tener mucho tiempo para pasarlo peinando  sus canas, agradeciendo a Dios por haberme regalado la oportunidad de crecer a su lado. Por eso no desaprovecho un día como el de los padres para ir a compartir con él en mi amada Villa Los Almácigos, en la distante región fronteriza.

Es muy difícil crecer sin su padre. El impacto en la crianza que tiene en un niño recibir el afecto y el ejemplo de un padre es fundamental en la formación de la personalidad de los individuos, aunque con los profundos cambios sociales que se han producido se haya desvalorizado.

No olvido nunca el reclamo que un día nos hizo mamá Joaquina: “Si yo muero primero que Ramón, no descuiden a su viejo, porque ese hombre busca hasta debajo de las piedras para complacerlos y que no les falta nada. No quiero que llegue ese día en que el tiempo juzgue y Dios decida mi ausencia antes que él, porque yo ofrecería la vida por volverle a acompañar”. El testimonio de mi abuela es sólo una razón más para amar a mi viejo, que día tras día, y muchas veces con horas de desvelo, supo sembrar en mí el más lindo de los sentimientos de amor y agradecimiento.

Por eso, aunque muchos dicen que los días festivos son días para beneficiar el comercio, lo cual es cierto, yo no quisiera imaginarme un mundo donde no se celebrara nada, pues hay muchas personas que no aprendieron a expresar sus sentimientos en el diario vivir y esperan las celebraciones especiales para tener algún detalle con sus familiares.

Insisto en que  el día del padre, como el de la madre, tiene que ser celebrado todos los días,  dando el mejor regalo que un hijo puede dar a sus padres, que es ser un hombre o una mujer útil a la sociedad, cuyo comportamiento deje claro que tuvo uno buenos padres enseñando el camino de la vida honesta.

A pesar de que hay muchos padres irresponsables, hay muchos más que merecen todos los méritos del mundo. Y a esos es que debemos sorprender con nuestro amor. Y como los amamos tanto, nada nos quita tener algún detalle con papá que ha trabajado tanto para impulsarnos a ser alguien.

Un buen regalo de padre, que no necesita esperar una festividad en su nombre, puede ser  invitarlo a dar un paseo y conversar con él, o llevarlo  a comer, o prepararle un desayuno sorpresa con una nota especial, o llevarle una serenata,  o romper los esquemas y regalarle flores un día cualquiera. Hasta con regalarle una “menta de guardia” sé que papá se siente bien, porque sabe que lo amo.  Yo creo que si tenemos por lo menos un detallito con nuestros padres cualquier día ellos se sienten amados.

En nuestra sociedad se dice que a los hombres no se le regala, pero nuestros padres y madres nos han regalado la vida y se merecen todo. Así que felicito a los que aprovecharon el día de los padres para llevar algún detalle al mejor padre del mundo, que es el de cada uno y cada una.  Confío en que disfrutaron en familia. Y estoy esperanzada en que cada día amemos más a nuestros viejos queridos.



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