La identidad y el estado de derecho

La identidad y el estado de derecho

La identidad y el estado de derecho

No hay dudas de que estamos en una sociedad democrática. Con ello, formalmente, al menos, tenemos una serie de derechos, oportunidades y libertades garantizadas.

Tenemos las llamadas libertades positivas, como el derecho a la salud, educación, vivienda digna, igualdad, no discriminación y una identidad, incluida dentro de esta a la nacionalidad. De igual forma deberíamos gozar y disfrutar de ciertas libertades negativas que son aquellas que exigen la ausencia de interferencia intrusiva de los otros, incluido el Estado, como por ejemplo el derecho a la libertad.

En un primer caso el Estado debe garantizar los medios, mecanismos y recursos para satisfacer y garantizar el disfrute de los derechos fundamentales de los ciudadanos y en el segundo, disponer de la estructura para preservar el derecho a la libertad, entre otros, al tiempo de no intervenir, salvo cuando sea necesaria una suspensión de esos derechos en los casos excepcionales previstos en la norma.

El Estado debe garantizar el bienestar individual y colectivo de dichos derechos, pero no puede, sobre la base de un bienestar general creado artificialmente violar los derechos humanos fundamentales de las personas individualmente consideradas, pues solo se justifica constitucionalmente la intervención del Estado cuando esta da paso al bienestar y a la felicidad de las personas, sin violentar los derechos fundamentales, que es el corolario de la entrada o salida del Estado en dicho ámbito.

El estado de derecho no es un capricho. El imperio de la ley es una característica esencial de nuestra sociedad democrática. Más aún, es un elemento preponderante en el orden político e incluso para nuestra identidad como ciudadanos. Las implicaciones culturales de la relación entre derecho y sociedad parecen estar ausentes en el debate que ha generado la sentencia 168 del Tribunal Constitucional.

Para qué sirve el derecho, para qué sirven las declaraciones y reconocimientos de derechos fundamentales, si no tenemos un compromiso cultural serio, decidido y trascendente con éste? No nos quedemos en las ramas.

Estamos hablando de lo que puede cohesionarnos como nación o de lo que puede dividirnos. De no estar unidos en este propósito el estado de derecho será fallido y entonces perderemos todos, pues la consecuencia será una sociedad desarticulada en sus metas, fines y valores.



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