El anuncio de la próxima salida al mercado del sistema de transporte Uber ha generado mucha curiosidad entre los dominicanos.
El sistema en cuestión tiene su origen en la ciudad de California y consiste en una aplicación que se instala en un dispositivo móvil (teléfono o tablet) y mediante un sistema de geolocalización (GPS) una persona puede solicitar servicio de transporte a personas inscritas al sistema y que estén cerca.
No son propiamente taxistas los que dan el transporte. Puede ser cualquier ciudadano que va en la misma ruta que el requiriente. Así él se gana unos pesos y el cliente ahorra tiempo y dinero.
Si bien es cierto que los que dan el servicio no son literalmente taxista, este servicio sí debe ser regulado por las instituciones oficiales.
Por tanto Uber, como cualquier otra empresa de transporte público, tiene que someterse a las regulaciones locales, que dicho sea de paso no parecen ser muchas.
Pero por otro lado, tampoco les corresponde a otras empresas de taxis locales, disfrazadas de sindicatos, amenazar con “sacar del país” a otras empresas que incursionen en el mercado del transporte de pasajeros.
Esas bravuconadas deben ser tan rechazadas por las autoridades como el que se instalen empresas sin cumplir los requerimientos legales.
Si legalmente Uber tiene que cumplir algunos trámites, debe hacerlo, pero no les corresponde a Conatra ni a su presidente estar amenazando con “sacarlas”, como si efectivamente estuvieran en una selva.
