Los países que quieren garantizar un futuro mejor están apostando a la educación. En un mundo tecnológico no hay otro camino que garantice el desarrollo de nuestros pueblos. La educación es motor de desarrollo, la herramienta de superación de los más pobres y pieza importante en la competitividad nacional. Entonces, esto nos hace preguntarnos lo siguiente: ¿en qué áreas debemos formar a las presentes y futuras generaciones?

Las siglas STEM (science, technology, engineering y mathematics) sirven para designar las disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Estas áreas del saber son consideradas fundamentales para que las sociedades avancen tecnológicamente. También pueden ser aprovechadas por los países en vías de desarrollo.

Diversos expertos mundiales en educación reconocen que las actividades de STEM contribuyen a “conseguir una mayor competitividad y por consiguiente, ayudarán en el futuro a conseguir una mayor prosperidad económica”.

Para que esto sea posible, debemos empezar en los primeros niveles educativos a fomentar el amor por la ciencia en nuestros niños y niñas. Nuestros jóvenes deben descubrir que la tecnología es considerada un medio que contribuye al desarrollo de sus capacidades creativas.

Para que nuestros hijos puedan tener mejores posibilidades de éxito es importante definir planes educativos nacionales que permitan fomentar el estudio de la ciencia y la tecnología. La oferta académica debe ir acorde con la gran demanda de profesionales especializados en estos campos. Sólo así podremos decir que estamos preparándonos para vivir con éxito el siglo XXI.