El pasado viernes indicaba que algunos intelectuales en el periodo de Trujillo contribuyeron con sus ideas y teorías a enajenar al pueblo dominicano de sus reales intereses y aspiraciones para mover como ganado a la sociedad detrás de la voluntad del sátrapa.
Fueron tanto o más responsables que el mismo tirano en el saldo de miseria y muerte que padecimos los dominicanos durante esas tres décadas.
De igual manera son responsables aquellos hombres educados que agitaron y promovieron el Golpe de Estado contra Juan Bosch y el atraso que eso significó para nuestro pueblo, con igual grado de culpa que los militares dominicanos que lo ejecutaron y la Administración Kennedy que lo ordenó.
Uno de los venenos más terribles que algunos intelectuales y comunicadores acostumbran inocular a nuestra sociedad -tanto en el trujillato, como en el presente- es el miedo.
Miedo al potencial de los dominicanos y dominicanas para desarrollarse, miedo a que podamos tener esperanza en un orden social mejor, miedo a que la institucionalización se desarrolle, miedo a que podamos escoger mejores destinos para nuestro país, miedo a que deseemos hacer lo que nunca se ha hecho.
La predica del miedo, que en su momento generó el pesimismo como corriente intelectual y experiencia social, fue a lo que se enfrentó Juan Bosch cuando llegó del exilio en octubre de 1961.
Hoy, al igual que entonces, no dejemos que el miedo nos intimide, atrevámonos a avanzar, a construir una nueva sociedad, con un nuevo liderazgo, bajo la estrella de Juan Bosch, ¡que ella nos guíe al futuro!