Esclavos en Santo Domingo durante la época colonial: amo le debía 40 pesos a su siervo

Esclavos en Santo Domingo durante la época colonial: amo le debía 40 pesos a su siervo

Esclavos en Santo Domingo durante la época colonial: amo le debía 40 pesos a su siervo

Los propietarios y esclavos de la parte este de la isla desconocían los planes que tenían los haitianos para gobernar Santo Domingo. AGENCIA FOTO

Dentro del conjunto de documentos conocidos como Archivo Real de Bayaguana, que conserva el Archivo General de la Nación, se hallan documentos producidos por las distintas autoridades que funcionaban en el Cabildo, por lo cual existen manuscritos emanados de los poderes centrales de la Isla (Audiencia, Gobernadores, Juntas electorales, Juntas de Hacienda).

Asimismo, documentos del Cabildo, de los alcaldes ordinarios, de los escribanos públicos y de Cabildo, y de los alcaldes ordinarios como jueces cartularios en sustitución de escribanos.

Los documentos producidos por los alcaldes ordinarios en sus atribuciones judiciales sirven para estudiar la evolución legislativa y la cotidianidad de la comunidad en base a las litis que llegaban hasta la Alcaldía.

Transacciones sobreventa de esclavos realizadas antes de la abolición tuvieron consecuencias.

La presencia del alcalde en todos estos actos era necesaria como representante de la autoridad real en la jurisdicción.

También cumplía la misión de escribano de Cabildo y refrendaba como juez cartulario las escrituras de cada asunto.

Deudor del esclavo
Aunque la esclavitud fue abolida en Santo Domingo en febrero de 1822 como consecuencia de la ocupación haitiana, esto no puso fin a los conflictos entre antiguos esclavos y sus dueños.

Transacciones relacionadas con la manumisión o venta de esclavos que habían sido realizadas antes de la abolición, tuvieron consecuencias que afloraron luego del cambio del régimen.

Pocos meses después de prohibida la esclavitud, exactamente el 23 de septiembre del mismo año, el juez de Paz de Bayaguana, Esteban Mejía Castillo, conocía una demanda que probablemente sentaba un precedente para la justicia ordinaria de Bayaguana.

La demanda consiste en una reclamación de pago presentada por el antiguo esclavo Juan Caraballo contra Julián Severino. De acuerdo con el expediente, el demandante solicitaba “que le pague cuarenta pesos que le prestó en moneda de plata española, hace el tiempo de once meses y ofreció pagárselos en la misma moneda o en vacas de crianza”.

Estando presente el mismo Severino, contestó diciendo que era cierto lo que exponía el ciudadano demandante, pero que a él le habían informado que no había derecho de pagarlo, por motivo de que el préstamo fue porque Juan era su esclavo y le suplicó que comprara su mujer, que era también esclava, que para estos fines los pidió y efectivamente los empleó en dicha compra como él lo sabía.

En respuesta a tal declaración, el demandante dijo “que es verdad, pero que él se los prestó y no se los dio”.

Un elemento controversial surge de la declaración del demandante cuando afirmó que “es verdad, pero que él se lo prestó y no se lo dio”, pues no se explica por qué, si la compra de la esclava le interesaba al demandante, tuvo que utilizar la intermediación de Julián Severino para que le hiciera el favor de comprar a la mujer.

Antes de la ocupación
Resulta necesario observar que, según la declaración del demandante, habían transcurrido once meses desde la fecha del préstamo hasta la presentación de la reclamación ante el Juez de Paz de Bayaguana, lo que indica que el negocio fue realizado en agosto de 1821, cuando todavía los haitianos no habían ocupado Santo Domingo.

Ese dato constituye un indicio de que los propietarios y esclavos de la parte Este de la isla desconocían los planesque tenían los haitianos para gobernar Santo Domingo, pues si lo hubiesen sospechado, se abstendrían de algunas transacciones con esclavos en espera de la abolición de la esclavitud.

Esto últimotambién se confirma porque de acuerdo con otros documentos de Bayaguana, fechados a finales de 1821, meses antes de la ocupación haitiana, habían vecinos comprando esclavos, y también esclavos pagando por su libertad. Por eso Juan Caraballo ignoraba cuan cerca estaba la abolición y había entregado dinero a Julián Severino con la intención de que este último ¨comprara su mujer que era también esclava¨, lo cualse realizó, según la declaración del amo.

El esclavo gana la litis
Sin más averiguaciones sobre el caso, o al menos no incluidas en el acta, el Juez de Paz, asesorado por el ciudadano Juan Mejía, Comandante de Plaza, resolvió ¨que debía pagar el préstamo el precitado Severino la dicha cantidad y en su consecuencia mandó que lo satisficiera¨.

No conforme con la decisión, el demandado suplicó ¨se le admitiera apelación al Tribunal Civil que reside en la ciudad de Santo Domingo y que por hallarse imposibilitado de poder pasar ahora a dicha ciudad, se le concediera el término de cuarenta días en que cree se hallará hábil para poder ejecutarlo¨.

Con lo cual el demandante estuvo de acuerdo, “con tal que cumplido dicho término y no habiéndolo hecho le ha de satisfacer sin más concesión de tiempo”.

Se desconoce el desenlace final de esta reclamación por no disponer del expediente que se produjo en el conocimiento de la apelación que presentó el demandado al Tribunal Civil de Santo Domingo, pero hasta ese momento Juan Caraballo fue favorecido por la justicia, que ya en esa época funcionaba bajo un nuevo régimen que enarbolaba el lema de Libertad e Igualdad.

El chivo loco

—Un tumbe al negro
El amo prometió pagarle en la misma moneda del préstamo o en vacas de crianza, pero once meses después el incauto no había visto monedas ni vacas. Hoy se trataría de un tumbe.

*Por JOSÉ VÍLCHEZ



Noticias Relacionadas