El 7% del Bancentral

El 7% del Bancentral

El 7% del Bancentral

Los números del Banco Central acerca del crecimiento de la economía dominicana en 2015 me cogieron asando batatas. Carezco de los tecnicismos para protestarlos y en el fondo, por allá adentro, me aconsejo acerca de la importancia de contar con estadísticas como las referidas por Héctor Valdez Albizu el día 6 de enero.

Es indiscutible la necesidad de un índice económico, y si es positivo, mejor. La distribución social de la riqueza, el desarrollo humano de la población dominicana, son harina de otro calabazo.

Podemos tener índices altos de crecimiento económico, pero sin distribución social equitativa de la riqueza y con abismos insalvables en los niveles de educación, civismo, salud, techo, y acceso a bienes y servicios básicos entre capas de la sociedad, ¿a dónde vamos?

En cualquier caso, la pujanza económica está llamada a producir un incremento de la inmigración haitiana, donde tuvieron apenas 1.7%, según la prensa internacional, y como el principal fardo que traen es el de la pobreza extrema, podemos prever el efecto en el corto y mediano plazos del deterioro de la calidad de vida de los más pobres en los barrios de Santo Domingo, Distrito Nacional, Verón y Santiago, a donde van a dar en busca de trabajo.

En este punto nadie debe hacerse el sueco. El casero de cualquiera de los barrios pobres de las comunidades referidas prefiere alquilar un cuarto o una casita a un extranjero al que supone de pasada, o al que puede echar de su negocio con relativa facilidad vista su precariedad legal en territorio dominicano.

Aceptémoslo, el 7% de crecimiento económico es real, y como consecuencia, una bendición. Pero si la Administración Pública se queda y solaza en lo macro, los ricos dominicanos y extranjeros de las grandes inversiones pasarán a ser más ricos y los dominicanos pobres, más pobres, fruto del bienestar proclamado en la estadística de nuestro crecimiento económico.

El efecto San Mateo, aquel de la paradoja atribuida a Jesús según la cual al que tiene se le dará y al que no tiene, aun lo poco con lo que cuenta le será quitado, se hace manifiesto con el crecimiento económico allí donde la desigualdad social es crónica y el bajo desarrollo humano es lastre de la pobreza.

En el fondo, es esta la razón por la que los números anuales del Banco Central son recibidos con incredulidad en la población desde la clase media baja hasta la muy pobre: porque cuando crece la economía, los pobres se vuelven más pobres.

Está por verse si los ricos ven multiplicados sus bienes acorde con la pujanza económica de Valdez Albizu, pero estos son un enigma para el escribidor, que ve en estas cifras acaso una oportunidad para la captación de inversiones, importantes, por cierto, pero al fin y al cabo de la misma naturaleza de aquellas con las que hemos llegado a ser lo que somos.



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