*Por Danilo Minaya

Se nos ha ido un alma noble, víctima de un sistema de salud que no garantiza promoción de la salud ni prevención de la enfermedad, sino reparar enfermos basado en un enfoque de beneficencia y no de derechos, dirigido a atender enfermos, incapaz de adelantarse a los hechos prevenir y evitar muertes innecesarias.

María José, nos dejó el pasado 06 de octubre, con apenas 13 añitos, llena de toda plenitud, gracia, entusiasmo; a su corta edad, conocedora de cinco idiomas, cargada de inspiraciones genuinas de liderazgo, ansiosa por crecer y trabajar para construir un mejor país y una mejor sociedad, donde este tipo de tragedia no deberían ocurrir.

¿Cómo es posible que en pleno siglo 21 estemos perdiendo vidas inocentes, víctimas del dengue? ¿Cómo es que todavía la salud siga siento un negocio? Donde facturar es una de las más importantes funciones del sistema.

A pesar de tener todas las atenciones médicas necesarias, María José falleció, imaginemos cual es el derrotero de aquellos, los más vulnerables, los más expuestos, aquellos que no tienen quien les escriba, aquellos que el sistema de salud no les garantiza derechos.

El dengue está viralizado, años tras años las mismas tragedias, las mismas historias, hay que hacer conciencia colectiva sobre este fenómeno, se necesita del concurso de todos y todas, no podemos permitirnos que la falta de prevención provoque más decesos.

Hagamos que los sueños y deseos de un mejor país que inspiraron el corto trayecto de vida de María José se materialicen con acciones, luchemos por y para tener una reforma del sector salud, una seguridad social digna, capaz de generar oportunidades para el cuidado de la familia, para la educación, un sistema de pensiones público, orientado a las necesidades de la población y no del mercado.

A María José la despedimos como la guerrera que fue, con los puños en alto, sus colores favoritos, canciones, solemnidad, y las banderas de la unidad y la libertad.

“Hay muertos que van subiendo mientras más su ataúd baja”.