En mi artículo anterior me referí a los retos económicos y de fiscalidad del gobierno que surja del próximo certamen electoral.

Ahora hablo de la credibilidad, elemento esencial para la existencia de una democracia estable.
En el próximo cuatrienio el Estado dominicano debe enfocarse en el fortalecimiento de su credibilidad. No basta la voluntad política de hacer cosas.

Hay que cumplir con lo prometido en campaña y los compromisos programáticos del estado de derecho como el mejoramiento de los índices de transparencia y modernización institucional.

Debe reducirse el alto índice de percepción de corrupción gubernamental. Atacarla de frente y recobrar la confianza de una parte de la sociedad, que aspira a un Estado aun más comprometido con los problemas nacionales, transparente y eficiente.

Llama la atención el paralelismo existente entre quienes están totalmente conformes y los que no con los avances que hemos tenido como país. Una economía que mejora de manera continúa y con una proyección positiva de un crecimiento de la economía en 2016 de 5.4% y en 2017 de un 4.5-5% (Consultation Article IV 2015 International Monetary Fund).

Ambos grupos ciudadanos miden que tan eficiente es el Estado en su rol en base a criterios que determinen su calidad de vida, salud pública, educación, seguridad ciudadana y social, infraestructura, estabilidad económica, costo de la vida y desarrollo institucional. Lo que varía en ellos es la percepción sobre esos criterios.

Cada grupo social percibe una realidad distinta. Están los que dicen que todo está bien y los que dicen que todo está mal. Excepcionalmente, aparecen unos que les da lo mismo y los neutros que aprueban ciertas políticas públicas y rechazan otras.

En el manejo de la cosa pública hay problemáticas sociales inocultables y perfectamente verificables. La pobreza, desigualdad, inseguridad de la población, debilidad institucional y modernización del aparato estatal deben ser temas prioritarios en la ejecución de las políticas públicas que serán implementadas y reforzadas en el nuevo periodo presidencial.

Pero la credibilidad se recupera sólo haciendo que se cumpla la ley, persiguiendo los corruptos, reduciendo el déficit fiscal y el peligroso alto endeudamiento público, siendo más transparentes en la administración del Estado y enfocándose en la consolidación del sistema institucional.