El Banco Central tiene registrada una inflación acumulada de 3.48 en los últimos doce meses, cifra que no convence a la generalidad de los dominicanos que van a los colmados, mercados, supermercados.

La razón de la disparidad entre la cifra que da el Banco Central y la que siente el bolsillo de las familias se explica con suma facilidad: la inflación oficial es un promedio general en el que se incluyen renglones que no van a la mesa del ciudadano.

Por eso, la inflación de la que el común de la gente habla es la que se pone sobre la mesa: el arroz, carne de pollo, carne de cerdo, carne de res, salami, habichuela, plátano, yuca, yautía, huevo, ajíes, ajo, cebolla y cosas como esas.

Como se puede ver, son productos agropecuarios que, si bien es cierto, tienen una gran dependencia del clima, la tecnología hace que cada vez ese factor sea más controlable.

Esa inflación es la que más afecta los hogares, pero a su vez puede ser controlada internamente.
Hay que volver al principio, la producción de alimentos, sin olvidar un futuro que se convirtió en presente: la tecnología y los servicios.