El otro día me encontré con el empresario radial Antonio Espaillat.Él, como siempre, con aires de galán que muy bien podría estar filmando telenovelas. Le dije que me había enterado de que viene con otra emisora que, según  se dice,  será la estación obligatoria de todos los jóvenes.

Con una sencillez que impresiona, y una picardía como a quien no le importa tener muchas cosas en la vida,  me dijo que cuando entrara al carro la sintonizara,  que era la estación 100 FM  y  sale en  la frecuencia 100.1,  aunque  me advirtió que era música de adolescentes, quizás sin saber que esa música me encanta y que en mi casa mis hijos y yo disfrutamos las mismas emisoras.

La puse, y de verdad, esa estación va a  llegar muy lejos, porque tiene una  programación que va directo  a los jóvenes. La música está muy buena, pero debo decir a mi querido Antonio que  la estación  necesita  otros elementos de producción y post-producción para ser un proyecto radial más sólido, que enganche definitivamente con el blanco de público al que está siendo dirigida.

Porque entiendo que ahora mismo  ese  público que la escucha  requiere de un contenido con una producción bien  atractiva, aparte de la programación, porque las canciones que la estación está ofertando   cualquiera de esos jóvenes puede llevarla muy bien en  su I-Pod.

Es solo cuestión de que a esa buena música que están colocando  la acompañen de una producción  ágil, movida y que le dé a la juventud la libertad para estar en una emisora completa, donde la música se la vendan en un paquete atractivo de cosas modernas que lo inviten a quedarse ahí y hacer de  la 100.1 la parada obligatoria de una clase social que no escucha radio porque no encuentra  eso.