En torno a un artículo de José Mármol (1 de 5)

En torno a un artículo de José Mármol (1 de 5)

En torno a un artículo de José Mármol (1 de 5)

Señor Director: en el periódico que usted dirige se publicó un artículo el día miércoles 16 de noviembre 2016, titulado:

“Triunfo de la emoción sobre la razón” (José Mármol)

No hay que ser analista para ver que el autor se entrampó en la paradoja resultante de su análisis; un valor medible por simple comparación de resultado de acciones, como lo es la democracia (sin comillas ni adjetivos) el autor prefirió darle un enfoque psicológico y por tanto emocional.

Dado el contenido del artículo me parece que se construyó una mayúscula paradoja (y no soy analista le repito):

“El 9 de noviembre último, día en que debió celebrarse la caída del muro de Berlín (1989), el mundo despertó conmocionado.

Más bien compungido.

En la democracia más poderosa y presumiblemente perfecta del mundo, ganó las elecciones el candidato más antidemocrático. Una paradoja.

Se impuso la fuerza del instinto primario a la razón civilizada. Se impusieron la insensatez y lo soez a la sensatez y la prudencia. Aún la gente más neutral en EE. UU. afirma que el 11/9 es lo más parecido psicológicamente al 9/11”.

Aunque todo el artículo invita a que sea manejado a través de la ironía, con mi escasa formación, yo trataré de citar cosas o hechos ya producidos, y si ironizan con lo dicho por el autor, yo asumo el haberlas relacionado.
Triunfó Trump y el “establishment” cual Zeus, tronó.

Dando por sabidas las virtudes de la democracia (desde que los griegos acuñaron el término) el autor debiera recordarle al votante norteamericano y a los “del resto del mundo” las bondades recibidas desde las acciones del poder que se origina en esa democracia que él define con respecto a Norteamérica, quien la maneja y si el votante elige o no ese poder para que la administre en nombre de “We the people”.

Me parece que, si la mayoría maquina males colectivamente contra sí misma (la elección), solo sería promovida por una de estas tres aberraciones: o está enferma, o es manipulada por coalición perversa y poderosa o está muy mal informada.

Y si, por desgracia, coinciden en una, las tres, entonces sí que es grave y coincidiría con el miedo que plantea el autor:

“El triunfo republicano en Estados Unidos se ha percibido como un peligro inconmensurable para el resto del mundo”.

¿Y si hubieran ganado los Demócratas? ¿Podría el autor darnos algunas razones de que pudiera ser diferente? ¿Conociendo ya la “experiencia de Estado” de su candidata? ¿O habría algo oculto, alguna sutileza, en esa “experiencia de Estado” que el votante vio como un lastre?

Los ciudadanos medianamente informados del mundo creen que es evidente que ambos candidatos son el producto de la descomposición que ha generado el propio poder de los Estados Unidos: después de ser descalificado por múltiples acusaciones el Sr. Trump ganó las elecciones, todavía siguen descalificándolo y en su campaña él dijo que va a nombrar un fiscal especial para que investigue si la candidata, ahora perdedora, debe ir presa.

A mi humilde entender, los que habitan la nación norteamericana son como todos los pueblos del mundo: quieren paz, quieren progreso y quieren felicidad.

Si los que manejan el poder están supliendo eso al votante norteamericano y “al resto del mundo” (por aquello de que ellos se han abrogado el derecho de imponer un modelo al “resto del mundo”) he allí una gran paradoja digna de análisis y de alarma.

Como la profesión del autor, o su vocación (creo que es poeta y todo poeta lo pretende) es comunicar, yo creía que en su artículo me iba a topar (siquiera dejado hacer en alguna cita) con algo nuevo que saliera a flote, en la cresta del iceberg, (¿) desde las profundidades de la “información clasificada por seguridad nacional”.

Creí que iba a ver nombres o títulos como “los papeles del Pentágono, Snowden, Assange, Abby Martin, Tim Weiner y su premio Pulitzer” y muchos más que creen en la democracia, en la de verdad, y como son demócratas han democratizado la información.

O cosas como estas, pequeños detalles, dichas en coloquiales entrevistas por los concernidos: – “Se mandan sicarios para corromper presidentes y si no lo logran, se mandan otros para matarlos”. Omar Torrijos, Jaime Roldán, etc., etc.; y detrás de estos sicarios vienen otros, si es necesario, como batallones (la lista de invasiones armadas sería interminable; referencia de John Perkin en entrevista).

A los magnicidios agréguele los innumerables golpes de Estado para instaurar dictaduras sostenidas por ejércitos y policías obedientes a un poder extranjero; formados (muchos como torturadores) en la “Escuela de las Américas” en la zona del Canal de Panamá, cundiendo al planeta de genocidios.

Otro detalle aportado por el general (4 estrellas) (?) Wesley K. en una entrevista de televisión: – “Me encontré con un colega en un pasillo del Pentágono y me dijo que los de arriba se proponen hacer cambios en 5 países árabes”. De esos países: Irak, Afganistán y Libia ya está destruidos.

Siria está en proceso, y el otro, persa, está en la mira.

*Por J. M. Ciprián



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