De manera muy especial, cuando se está ante una fecha tan importante como este 49 aniversario de “El Nacional”, se hace un alto en el camino para reflexionar sobre las batallas libradas en nombre de la libertad de expresión y el derecho a informar con objetividad a los lectores, legítimos destinatarios de las informaciones que se ofrecen a diario.

En ese caso, más que un alto, sería necesario abrir las páginas de las ediciones anteriores, incluidas las del periódico que circuló ayer, para darnos cuenta que son páginas que en sí mismas constituyen batallas que se libran en nombre de la libertad de expresión; y al mismo tiempo, son fieles en ese compromiso de la objetividad que ha hecho durante este tiempo su razón de ser.

Esa naturaleza informativa ha garantizado su permanencia en el tiempo.

Un tiempo que incluyó su entrada a un nuevo siglo, con los retos y las vicisitudes que implican hacer un ejercicio profesional imparcial, veraz y de franca competencia, a través de su versión digital, con otros medios que ofrecen un servicio que usan ese formato.

La verdadera razón de ser de “El Nacional” no solo está en lo que ha dicho, a través de estos años, sino en lo que tiene por decir en la edición de hoy y las que vendrán.

Felicidades a su director, Radhamés Gómez Pepín, a los periodistas, que en un concierto de voces le dan a sus páginas una vigorosa vigencia diaria; y naturalmente, a los ejecutivos del área administrativa, por el tesón en su trabajo.