Como si faltasen excusas, motivos o chances para beber, en diciembre siempre afloja el tenue control de horas de cierre para bares y lugares de venta y consumo alcohólico.
El periodista Mario Álvarez Dugan decía que solo los novatos toman tragos en diciembre. Para abstemios por cualquier motivo, es terrible y tentadora época.
Llegado “bebiembre”, la alegre recomendación de que bebamos para aprovechar los beneficios del vino, ciertas bebidas destiladas y dizque hasta el mabí, quizás no haga mucha falta en un país de borrachos.
La cultura dominicana, enraizada en la caña de azúcar y por tanto rica en alambiques, posee innumerables ejemplos de cómo desde niños somos estimulados a tomar tragos.
El vino es algo más reciente. A los alcohólicos, un grupo mucho mayor de lo que pueda creerse porque solo uno mismo puede diagnosticarse y la negación es más cómoda, un solo trago es fatal. Antes de recomendar la ingesta de alcohol, ¿no es más sano elogiar la bellísima sobriedad y el sano juicio? ¡Vade retro! ¡Respeten al abstemio!