Una plaga llamada delincuencia

Una plaga llamada delincuencia

Una plaga llamada delincuencia

Carlos Salcedo.

Los robos, atracos y asaltos, de terribles consecuencias para la propiedad y la vida e integridad física de las personas, como las tan lamentables y sentidas muertes de dos valiosas damas, Delcy Miguelina Yapor y Jacqueline de la Cruz, es una peste que arropa y mantiene en vilo a la población.

No importa el lugar del delito violento. Puede ocurrir en el Evaristo Morales como en Villa Consuelo, para solo citar dos lugares de niveles económicos claramente diferenciados.

Lo que sí está claro es que una parte importante de estos crímenes ocurren en motocicletas generalmente ocupadas por dos jóvenes cuyas procedencias son de las barriadas más pobres, lo que en parte explica las causas de la delincuencia.

La recurrencia, casi como una peste, de los actos delictivos de este tipo se produce cuando vemos a una Policía Nacional arredrada, embelesada, absorta y muda en la ejecución de acciones estratégicas, seria y profundamente efectivas.

Sigue repitiendo los mismos esquemas de prevención y persecución que han dado tan malos resultados, cundiendo el temor, la incertidumbre y la inseguridad, rayana en la desesperación, de la población.

Además de ser un azote que, en la mayoría de los casos, cuenta con participación de miembros de los cuerpos policiales y militares, el patrullaje policial, los métodos de trabajo y los recurrentes anuncios altisonantes, permiten la entrada y salida de los delincuentes de los polígonos centrales y lugares más poblados, sin que estén colocados en los puntos estratégicos los patrulleros motorizados policiales para su investigación preventiva en los casos de sospechas o para su detención en los casos de consumación de los delitos, sin decir de la falta de vigilancia y control de los grandes focos y centros de producción del delito.

El tema es de gran calado y necesita de grandes y prontas decisiones del Presidente de la República, del Ministerio de Interior y Policía y la Policía Nacional como de la presión e integración ciudadana para su solución.

De lo contrario seguiremos boquiabiertos, presas del terror, del llanto y del dolor por la pérdida de vidas humanas y la salida sin regreso de ciudadanos valiosos porque entienden que han perdido el país o el recogimiento de los demás para desgracia de todos.



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