«La más hermosa de todas las dudas es cuando los débiles y los desalentados levantan su cabeza y dejan de creer en la fuerza de sus opresores», ‘Loa de la duda’, Bertolt Brecht.

Una parte de los ciudadanos se siente tan asqueada de los comerciantes de la política que muchos dicen que no van a votar el domingo, porque al fin y al cabo son “todos iguales” y cuando suben olvidan las promesas que hicieron. Pero abstenerse ahora sería un error.

Es cierto, no vale la pena votar por aquellos que de alcanzar un carguito se sienten superiores y hasta piensan que se les ha entregado una patente de corso, de modo que pueden hacer y deshacer sin rendirle cuenta a nadie, mucho menos a los votantes.

Sin embargo, abstenerse o votar por gente que no vale la pena es hacerle un gran favor a aquellos bandidos que usan la política para enriquecerse o bien para garantizarse impunidad.

Si usted, como yo, se siente desencantado de la política y los políticos, con más razón debe salir el domingo a votar por una de las opciones diferentes.

Los dominicanos hemos sido testigos de una de las campañas más desiguales. El PLD ha hecho un derroche de recursos jamás visto en el país.

El candidato presidencial oficialista, el alcalde de la capital, regidores, diputados y senadores del PLD, que como él buscan reelegirse, utilizan sin miramientos los recursos del Estado.
La mayoría de los candidatos oficialistas, y no pocos de la oposición, gastan más millones que todo lo que legalmente devengarían en cuatro años, si es que son electos.

Esos, precisamente esos, son los más sospechosos de ser corruptos. Una persona consciente no vota por alguien así.

Si se fija bien se dará cuenta que en casi todos los partidos, sobre todo de la oposición, hay candidatos por quienes vale la pena votar, aunque no tengan tantos recursos como los corruptos.

Le cito solo algunos que conozco bien: Andrés L. Mateo, Guadalupe Valdez, Faride Raful, Sergia Galván, Claudio Caamaño Vélez, Manuel Jiménez, Virtudes Álvarez, Wellington Martínez, Senén Caba, Elizabeth Mateo, Aura Celeste y Carlos de Peña, entre otros. Los presidenciales se los dejo a su consciencia.

De hecho, si usted se despoja de la pasión, si piensa antes de ir a las urnas, encontrará que aquí y allá hay buenos candidatos, que no es cierto que todo está perdido.

Reflexione. No vote por amiguismo ni porque fulano va a ganar, ni por alguien que se sabe ya incumple sus promesas, ni porque le dieron quinientos pesos, ni por llamada hipócrita, ni por un alcalde que haya demostrado ser incapaz de recoger siquiera la basura, ni porque el cura o el pastor lo mande, sino por quien le dicte su consciencia.
Solo el voto consciente sirve para algo.

Lo contrario es hacer las veces de tonto útil, es afilar cuchillo para su propia garganta, pues como dijo alguien: “Quien compra tu voto, si gana, ya no te debe”.