Santo Domingo, la frontera... y Haití

Santo Domingo, la frontera… y Haití

Santo Domingo, la frontera… y Haití

Miguel Febles

En la Carretera Internacional, una vía rústica construida sobre una parte de la línea divisoria entre Santo Domingo y Haití, se veía —de trecho en trecho— a niños con pantalón corto, camisa desabotonada y pies descalzos.

Extendían la mano mendiga hacia los que iban en vehículos todo terreno a los que, posiblemente, tomaban por turistas.

Desde 1960, en oleadas, Santo Domingo ha tenido una transformación en sus condiciones materiales que le permite a una parte de su población, las hoy día denominadas clases medias, salir a turistear para ver y probar aquello que empuja a millones de extranjeros a coger un vuelo o un barco para pasarse una semana en algún punto del país.

Era un sábado de los primeros días de febrero de 2021 y los que hacían el recorrido no eran, precisamente, turistas. Funcionarios, periodistas y militares andaban en trabajo.

¿Eran haitianos los niños que salían a la orilla de la carretera a extender la mano, no para saludar, sino con la palma hacia arriba a la altura del pecho? La probabilidad era alta, digamos que de un 80 por ciento. ¿Por qué? Por el color, por la pobreza evidente en la ropa raída, por el lugar en el que estaban, porque del lado oeste de la carretera había viviendas y ese lado le corresponde a Haití.

La frontera entre estos dos países es una línea irregular extendida desde la desembocadura del río Masacre, en el Atlántico, por el norte, y por la costa sur, desde la desembocadura del río Pedernales, en el Mar Caribe.

¿Tenía fronteras la isla antes de que España se la apropiara? Según el concepto europeo, sí. De acuerdo con una tradición de los historiadores, estaba políticamente dividida por los aborígenes que la habitaban, acaso de manera práctica, porque aquellos pueblos vivían su particular etapa de transición entre los grupos de recolectores y los de agricultores, que se establecen tras la domesticación de especies vegetales, según los antropólogos (Marcio Veloz, Historia de la cultura dominicana: momentos formativos, Pág. 34).

Pronto se estableció, en caso de que no la hubiera, una particular frontera étnica y social entre los aborígenes y los recién llegados, portadores de la peculiar expresión de la cultura europea en la península ibérica, especialmente en España. Más adelante fueron introducidos negros africanos y las fronteras étnicas y sociales se volvieron complejas.

Un día Francia ocupó parte del oeste de la isla y esta apropiación culminó en el establecimiento de una línea divisoria: había surgido la primera frontera política cierta en Santo Domingo, como resultado marginal del Tratado de Ryswik, firmado en esta ciudad europea entre el 20 de septiembre y el 30 de octubre de 1697.

¿Era esta línea divisoria propiedad de los dominicanos cuando se impusieron como nación en la isla con el establecimiento de un Estado?
Esta inquietud será parte del contenido de una próxima entrega.



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