El boxeo profesional, en las últimas dos décadas, depende casi exclusivamente del mercadeo y la publicidad.

Púgiles que se podrían calificar como mediocres, de la noche a la mañana los han hecho una verdadera sensación a nivel mundial.

Los casos más recientes de crecimiento artificial nunca antes visto se han producido con los mexicanos Julio César Chávez Jr. y Saúl “Canelo” Álvarez, encumbrado hoy como el más taquillero, tras los más de 52 mil aficionados que se dieron cita al combate del pasado sábado ante el inglés Lliam Smith.

Chávez Jr. hasta hace unos meses se consideraba “un verdadero fenómeno”, “un hombre increíble”, “imbatible”, cuando en realidad carece de las más elementales técnicas para ser por lo menos un púgil promedio. Tras varios combates demostró carencia absoluta, hasta de las técnicas más primarias, situación que el público notó a vuelo de pájaro desde que se enfrentó a rivales de calidad.

Canelo se ha enfrentado a tres o cuatro púgiles de calidad, como Miguel Cotto, Floyd Mayweather y Erislandy Lara, pero ha tenido a otros cinco o seis que solo les quedaba nombre, pero gastados por el tiempo y por los golpes recibidos, como Shane Mosley, Amir khan, Austin Trout, Kermit Cintrón y Alfredo –El Perro- Angulo.

Si bien Saúl ha experimentado mejoría en algunos aspectos, la realidad monda y lironda, es que la fama que ostenta hoy es producto casi exclusivo del mercadeo, más que de su calidad sobre el cuadrilátero.