Cuando se ejerce de observador de lo económico y social, no se puede obviar las ineficiencias e irrespeto que caracterizan nuestro tránsito urbano, que tantas pérdidas y gastos causan con los atrasos en el tiempo de traslado que provoca, amén del gasto innecesario en combustibles, desgaste vehicular, incomodidad del pasajero y el caos generalizado que viene causando.

Las soluciones inmediatas no son tan complejas, ni difíciles de disponer, siempre y cuando se quiera contribuir en aliviar las situaciones que tantos inconvenientes provocan.

La primera es simplemente prohibir, con fuertes sanciones y remoción de vehículos que violen la disposición, el parqueo en ambos lados de una misma calle.

Esto se debe acompañar de un horario estricto de circulación para vehículos de servicio, recogida de basura, trompos cementeros, grúas, montacargas, patanas, etc., que no deben coincidir con los horarios escolares ni las horas pico de tráfico.

La segunda contribución toma un poco más de estudio y ponderación, aunque la misma no tiene por qué pasar de unos cuantos días.

Esto es establecer todas las calles secundarias de la ciudad de una sola vía, con racionalidad, alternando el sentido de orientación de las mismas, sean norte-sur, o este-oeste.

La tercera es una combinación del Catastro, del impuesto, el Ayuntamiento y el Ministerio de Obras Públicas, para que entre los 4 detecten a todo lo ancho y largo de la ciudad propiedades aptas, bajo planos estandarizados, para parqueos públicos 24/7, sean estos grandes o chicos.

Su habilitación inmediata, que como en otras urbes, si se cumplen rigurosamente las sugerencias anteriores, mostrará que son excelentes negocios.

Por último, la solución final será desestimular el tamaño físico de los vehículos, e imponer un sistema racional de transporte público colectivo, eficiente, cómodo y respetuoso de los derechos ciudadanos. Hasta que no lleguemos a esto, lo demás serán parches que ayudan, pero no resuelven.