“La filosofía de la delincuencia”, de Báez Bisonó

“La filosofía de la delincuencia”, de Báez Bisonó

“La filosofía de la delincuencia”, de Báez Bisonó

Alex Ferreras

Rafael Báez Bisonó, Ph.D., filósofo y catedrático universitario, en un tono marcadamente nietzscheano, reacciona en su libro “La filosofía de la delincuencia” (SD: Ediciones Eprofil, 2014) contra la pérdida del sentido ético y humano en estas olas globalizadoras, y su fetiche, el neoliberalismo, que nos arropan; sobre todo, a partir del decenio de los sesenta, al punto –afirma– que pone en riesgo la paz social y hasta la propia supervivencia del planeta como se adivina, entre otras, en las crisis ecológica y energética y el calentamiento global.

El filósofo critica agudamente la posmodernidad por la tabla rasa y la burla que esta hace del sentido de la unidad, el orden, la razón y la lógica.

Contraataca ese pensamiento al sostener que sin valores, ni ideales, ni criterios, ni principios, no es cierto que se pueda mantener armonía y estabilidad en los diferentes tipos de vínculos que se establecen en las sociedades.

Todo lo contrario, se abren las puertas para que en su lugar se erija la figura del delincuente (justamente cuanto sucede en estos tiempos de antihéroes y villanos, de ahí el título de la obra) y la resistencia implícita a aquellos conceptos en el uso de los prefijos “anti” y “post”.

Por más de dos milenios, gracias a ese sentido de eje o de centro en la cultura occidental, hay toda una obra artística, filosófica, literaria y de carácter ético y moral que ha estado ahí, está y lo seguirá estando como referente a la posteridad, con todo y que el lenguaje –como reclaman los posestructuralistas– es inestable y ambiguo, que la psique humana es profundamente dividida, que la jerarquía derridiana de los valores no puede ser permanente y absoluta, amén de otros supuestos con acento fuertemente posmodernista. Como pensador moderno, una visión racionalista y positivista de la sociedad atraviesa la obra de Báez Bisonó. No deja de haber en ella cierto dejo de lamento por el orden perdido.

Escrita en un estilo sencillo, se echa de menos ese discurso embrollado e indigesto propio de las publicaciones de ciertos filósofos del patio. A veces nos hemos preguntado cómo es que un profesional tan preparado como él no haya dado a la estampa más libros con esa y otras orientaciones filosóficas.



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