La economía, su otra realidad

La economía, su otra realidad

La economía, su otra realidad

Daris Javier Cuevas, columnista en el periódico El Día.

Es muy frecuente encontrarse con múltiples errores en que caen los gobiernos cuando de las cifras y desempeño de la economía se trata, situación que termina caracterizando el manejo de las cosas públicas y el funcionamiento de la economía y de los mercados. A pesar de que los economistas que forman parte del gobierno intentan evadir las falacias sobre el curso de la economía, normalmente se impone el razonamiento de carácter político sin importar las consecuencias y las equivocaciones que esto implique.

Pero resulta que la gravedad y persistencia del malestar económico no se mitiga con la manipulación y falacias de las cifras ni mucho menos haciendo narrativas de que se ha construido un paraíso terrenal que ha transformado la vida de los ciudadanos. Es por tal razón que los economistas han de estar prevenido de lo que se denomina falacia de composición, esto es, la falsedad de lo que se afirma tratando de que lo que el gobierno afirma en materia económica es cierto para ellos y también pretender que ha de asumirse como cierto para todos.

Los economistas están muy convencidos de que la falacia de composición se origina esencialmente en los indicadores macroeconómicos y brota del hecho cierto de que difundir esa narrativa tiene un efecto multiplicador en el entendido de que la misma son fáciles de penetrar en la interacción con el conglomerado cuya finalidad es provocar un resultado favorable procurando aceptación. Y es aquí donde nacen los graves errores en el manejo de la política económica ya que el gobierno pasa por alto que la economía es una ciencia social y como tal no es una ciencia exacta, por lo que hacer experimentos y manipulaciones de las cifras económicas es sinónimo de correr un riesgo muy elevado donde la credibilidad es sacrificada.

Razonablemente se debe tener presente que en una alta proporción el patrón de desempeño de la economía responde a causas multifactoriales y simultáneas. Por tales razones, se torna extremadamente difícil que en economía se pueda hacer una separación mecánica de las causas y los efectos, pero muchos gobernantes apuestan a eso, situación que ayuda fijarse únicamente en el momento que ocurren eventos perturbadores o de crisis.

Desde una perspectiva macroeconómica el análisis económico implica tratar el desempeño de la actividad económica ponderando las variables agregadas de la economía, esto es, la sumatoria de todas las variables individuales. Esto significa ponderar el consumo de la familia, el ahorro, el gasto y la producción individual cuya consolidación conduce a tener las variables agregadas de una economía, por tanto, una manipulación de las mismas es notable en lo inmediato.

Ahora bien, cuando se obtienen las variables agregadas de la economía se resaltan las que de manera preponderante son las que generalmente permiten saber cuál es la tendencia, características y el nivel de progreso de una economía. En efecto, esas variables son determinantes tales como la inflación, el crecimiento económico, el desempleo, el gasto público, el desempeño de las finanzas públicas y el endeudamiento, solo por nombrar algunas.

Una mirada detenida a los diferentes medios de comunicación a escala global permite apreciar que la prioridad informativa en materia económica se enfoca en el comportamiento del PIB, los niveles en que crecen los precios o inflación, el nivel de desempleo, el manejo del endeudamiento público, el grado de satisfacción de los consumidores y el déficit presupuestario o fiscal.  En conjunto, estos indicadores son los que muestran la situación de la economía en un determinado país, por lo que pueden reflejar un malestar o un progreso en que se encuentra la economía.

Un caso emblemático de los indicadores macroeconómico es la inflación ya que se trata del incremento generalizado y sostenido que registran los precios de los bienes y servicios que componen la canasta familiar durante un tiempo prolongado en la mayoría de los precios, lo cual engendra persistentes distorsiones en la toma de decisiones de los agentes económicos. Por igual, el PIB muestra la situación real de la economía ya que es el patrón que cuantifica el rendimiento de la actividad económica ya que refleja el valor de mercado para todos los bienes y servicios que se producen en un país en un periodo tiempo y el nivel de desempleo cuyo comportamiento está íntimamente vinculado al contexto económico predominante ya que si la economía registra expansión se incrementa el empleo, pero si se contrae se incrementa el desempleo.

Aplicando esos criterios a la economía dominicana se evidencia que la inflación ha tenido un periodo prolongado y sostenido en los últimos tres años sin precedentes, mientras que el crecimiento del PIB ha sido mediocre en igual periodo, con un marcado deterioro en todo el 2023. En correspondencia con el deterioro del PIB, el nivel de desempleo es preocupante ya que la generación de empleo solo se observa en la esfera del gobierno y una desproporción entre el empleo formal y el empleo informal, predominando este último y un endeudamiento público que crece de manera exponencial.

Algo anda mal en la economía dominicana.

 

 

 

 

 

 

 

 



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD

Noticias Relacionadas